El Nuevo Cine ante el Nuevo Milenio
Capítulo 8: El nuevo cine ante el nuevo milenio
Como se ha podido apreciar a lo largo de este recorrido histórico, las producciones mexicanas nuevamente comienzan a despuntar en el extranjero, y para nuestra buena fortuna el cine “lópezportillista” (albures, desnudos, palabrotas, pornografía y un aberrante etcétera) ha caído en el olvido, abriendo las puertas a una nueva generación de cineastas, quienes han hecho posible que el cine mexicano de los años noventa vuelva a ser el centro de atención del público en nuestro país y en muchas partes del mundo.
Directores como José Luis García Agraz, Luis Carlos Carrera, María Novaro, Jorge Fons, Arturo Ripstein, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Roberto Sneider Sabina Berman, Antonio Serrano y Dana Rotberg, entre otros, ya son asociados por el público con películas dignas y de calidad que no se deben dejar pasar una vez que llegan a la cartelera.
Aunado a esto, el Nuevo Cine Mexicano también lo representa un extraordinario grupo de actores, fotógrafos, editores, sonidistas y demás técnicos que con sus ideas innovadoras y su creatividad han conjuntado esfuerzos con las generaciones anteriores para darnos un cine digno y competitivo en el ámbito internacional.
En cuanto a los actores, se han comenzado a gestar nuevas generaciones o dinastías como la de los hermanos Evangelina y Roberto Sosa, Demián, Bruno y Odiseo Bichir, la familia Retes (Gabriel, Gabriela y Juan Carlos), o la misma Margarita Isabel y su hijo Mario Iván Martínez, sin olvidar que nombres como Salma Hayek, Daniel Giménez Cacho, Luis Felipe Tovar, Ernesto Gómez Cruz, Lumi Cavazos, Margarita Sanz, Claudio Obregón, Ernesto Laguardia, Blanca Guerra, Damián Alcázar, Jesús Ochoa, Eduardo Palomo, Pedro Armendáriz Jr., Tiaré Scanda, Patricia Reyes Spíndola, María Rojo, Héctor Bonilla, José Alonso, Diana Bracho, Eduardo López Rojas, Claudia Ramírez, Alonso Echánove y Angélica Aragón -entre muchos representantes- representan en sí mismos una garantía en sus interpretaciones.
Por otro lado, algunos de los cine fotógrafos más solicitados para las películas mexicanas actuales son Ángel Goded («Frida; naturaleza viva», «Los motivos de Luz»), Emmanuel Lubezki («Como agua para chocolate», «Miroslava»), Guillermo Navarro («Cronos (La invención de Cronos)», «Cabeza de Vaca») y Carlos Marcovich («El callejón de los milagros», «¿Quién diablos es Juliette?»; en fin, cada rama tiene sus especialistas que, con mucha entrega y profesionalismo han ayudado al resurgimiento de la industria fílmica nacional.
En este punto también es necesario mencionar a los cineastas que se han abierto camino en Hollywood; ellos decidieron aventurarse en los grandes estudios como 20th. Century Fox, Warner Brothers, Columbia Pictures y Miramax y le están demostrando a sus compañeros que siempre hay oportunidades para aquellos que perseveran en sus objetivos; los hechos lo han demostrado.
Como se ha podido apreciar a lo largo de este recorrido histórico, las producciones mexicanas nuevamente comienzan a despuntar en el extranjero, y para nuestra buena fortuna el cine “lópezportillista” (albures, desnudos, palabrotas, pornografía y un aberrante etcétera) ha caído en el olvido, abriendo las puertas a una nueva generación de cineastas, quienes han hecho posible que el cine mexicano de los años noventa vuelva a ser el centro de atención del público en nuestro país y en muchas partes del mundo.
Directores como José Luis García Agraz, Luis Carlos Carrera, María Novaro, Jorge Fons, Arturo Ripstein, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Roberto Sneider Sabina Berman, Antonio Serrano y Dana Rotberg, entre otros, ya son asociados por el público con películas dignas y de calidad que no se deben dejar pasar una vez que llegan a la cartelera.
Aunado a esto, el Nuevo Cine Mexicano también lo representa un extraordinario grupo de actores, fotógrafos, editores, sonidistas y demás técnicos que con sus ideas innovadoras y su creatividad han conjuntado esfuerzos con las generaciones anteriores para darnos un cine digno y competitivo en el ámbito internacional.
En cuanto a los actores, se han comenzado a gestar nuevas generaciones o dinastías como la de los hermanos Evangelina y Roberto Sosa, Demián, Bruno y Odiseo Bichir, la familia Retes (Gabriel, Gabriela y Juan Carlos), o la misma Margarita Isabel y su hijo Mario Iván Martínez, sin olvidar que nombres como Salma Hayek, Daniel Giménez Cacho, Luis Felipe Tovar, Ernesto Gómez Cruz, Lumi Cavazos, Margarita Sanz, Claudio Obregón, Ernesto Laguardia, Blanca Guerra, Damián Alcázar, Jesús Ochoa, Eduardo Palomo, Pedro Armendáriz Jr., Tiaré Scanda, Patricia Reyes Spíndola, María Rojo, Héctor Bonilla, José Alonso, Diana Bracho, Eduardo López Rojas, Claudia Ramírez, Alonso Echánove y Angélica Aragón -entre muchos representantes- representan en sí mismos una garantía en sus interpretaciones.
Por otro lado, algunos de los cine fotógrafos más solicitados para las películas mexicanas actuales son Ángel Goded («Frida; naturaleza viva», «Los motivos de Luz»), Emmanuel Lubezki («Como agua para chocolate», «Miroslava»), Guillermo Navarro («Cronos (La invención de Cronos)», «Cabeza de Vaca») y Carlos Marcovich («El callejón de los milagros», «¿Quién diablos es Juliette?»; en fin, cada rama tiene sus especialistas que, con mucha entrega y profesionalismo han ayudado al resurgimiento de la industria fílmica nacional.
En este punto también es necesario mencionar a los cineastas que se han abierto camino en Hollywood; ellos decidieron aventurarse en los grandes estudios como 20th. Century Fox, Warner Brothers, Columbia Pictures y Miramax y le están demostrando a sus compañeros que siempre hay oportunidades para aquellos que perseveran en sus objetivos; los hechos lo han demostrado.
Luís Mandoki, pionero del grupo, ahora goza de buen prestigio en los principales estudios hollywodenses desde que dio ganancias millonarias a los productores de la cinta «Cuando un hombre ama a una mujer (When a man loves a woman)», protagonizada por Andy García, Meg Ryan y Tina Majorino.
Su primera cinta hecha en Norteamérica fue «Gaby; una historia verdadera (Gaby; a true story)», realizada en 1987 y que lleva en los estelares a Rachel Levin, Norma Aleandro y Liv Ullmann. En este film Mandoki hace un extraordinario y poderoso relato de la vida de la escritora Gabriela Brimmer, quien superó la parálisis cerebral para convertirse en poetisa; incapaz de mover la mayor parte de su cuerpo, a Gaby le enseñó a leer y a estudiar su devota enfermera interpretada por Aleandro, quien realiza una actuación sobresaliente que le valió la nominación al “Oscar” en la categoría de mejor actriz secundaria. Para 1998 este notable director dirigió a luminarias de la talla de Paul Newman, Kevin Costner y Robin Wright Peen en la romántica producción «Mensaje de amor (Messagge in a bottle)», bien recibida por el público y la crítica internacional.
Su primera cinta hecha en Norteamérica fue «Gaby; una historia verdadera (Gaby; a true story)», realizada en 1987 y que lleva en los estelares a Rachel Levin, Norma Aleandro y Liv Ullmann. En este film Mandoki hace un extraordinario y poderoso relato de la vida de la escritora Gabriela Brimmer, quien superó la parálisis cerebral para convertirse en poetisa; incapaz de mover la mayor parte de su cuerpo, a Gaby le enseñó a leer y a estudiar su devota enfermera interpretada por Aleandro, quien realiza una actuación sobresaliente que le valió la nominación al “Oscar” en la categoría de mejor actriz secundaria. Para 1998 este notable director dirigió a luminarias de la talla de Paul Newman, Kevin Costner y Robin Wright Peen en la romántica producción «Mensaje de amor (Messagge in a bottle)», bien recibida por el público y la crítica internacional.
Alfonso Arau después del éxito internacional de «Como agua para chocolate» fue llamado por la Twentieth Century Fox para dirigir «Un paseo por las nubes (A walk in the clouds)», contando con un amplio presupuesto y un elenco internacional conformado por los actores Anthony Quinn, Giancarlo Giannini, Aitana Sánchez Gijón, Angélica Aragón, Evangelina Elizondo y Keanu Reeves. Después de su incursión en Norteamérica emprendió la filmación en México de la cinta «Zapata; el sueño de un héroe», estelarizada por Alejandro Fernández.
El joven Alfonso Cuarón, autor de «Sólo con tu pareja», filmó posteriormente para la Warner Brothers la tierna historia titulada «La princesita (A little Princess)», con las actuaciones de Liesel Matthews, Liam Cunningham, Eleanor Bron y Errol Sitahal; fue tal la aceptación de esta pequeña joya fílmica que otro estudio, la Twentieth Century Fox le encomendó el proyecto del remake de la obra de Charles Dickens «Grandes esperanzas (Great Expectations)», mismo que llevó a buen término, contando con las actuaciones de los jóvenes Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow, y de los experimentados Robert De Niro y Anne Bancroft. Cabe mencionar que en todas las propuestas fílmicas de Cuarón siempre ha estado presente el impecable trabajo de fotografía de otro mexicano, Emmanuel Lubezki. Esta pareja regresó a nuestro país para filmar una cinta polémica, escandalosa y para muchos, irreverente, «Y tú mamá también», protagonizada por las jóvenes estrellas Gael García Bernal y Diego Luna.
El joven Alfonso Cuarón, autor de «Sólo con tu pareja», filmó posteriormente para la Warner Brothers la tierna historia titulada «La princesita (A little Princess)», con las actuaciones de Liesel Matthews, Liam Cunningham, Eleanor Bron y Errol Sitahal; fue tal la aceptación de esta pequeña joya fílmica que otro estudio, la Twentieth Century Fox le encomendó el proyecto del remake de la obra de Charles Dickens «Grandes esperanzas (Great Expectations)», mismo que llevó a buen término, contando con las actuaciones de los jóvenes Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow, y de los experimentados Robert De Niro y Anne Bancroft. Cabe mencionar que en todas las propuestas fílmicas de Cuarón siempre ha estado presente el impecable trabajo de fotografía de otro mexicano, Emmanuel Lubezki. Esta pareja regresó a nuestro país para filmar una cinta polémica, escandalosa y para muchos, irreverente, «Y tú mamá también», protagonizada por las jóvenes estrellas Gael García Bernal y Diego Luna.
Guillermo del Toro, director tapatío autor de «Cronos (La invención de Cronos)», emigró a los Estados Unidos para llevar a cabo su siguiente largometraje, un proyecto personal que interesó a los dueños de los Estudios Miramax, el largometraje de terror lleva por nombre «Mimic» y lleva en los roles principales a Jeremy Northam, Mira Sorvino y F. Murray Abraham; posterior a esto dirigió en coproducción con Pedro Almodóvar «El espinazo del diablo», con Eduardo Noriega y Federico Luppi, y regresó a Norteamérica para estar al frente de la hiperviolenta «Cazador de vampiros II (Blade II)», con Wesley Snipes, Leonor Varela y Kris Kristopherson en los estelares.
Y por si fuera poco, tenemos también el caso del director México - norteamericano Robert Rodríguez, quien puso de cabeza a Hollywood y a los productores de la Columbia Pictures con sus propuestas «El mariachi» y su secuela «Pistolero (Desperado)», estelarizada por la guapa Salma Hayek y Antonio Banderas. Posterior a estas producciones dirigió a George Clooney, Quentin Tarantino, Juliette Lewis, Harvey Keitel y Salma Hayek en el festín gore titulado «Del crepúsculo al amanecer (From dusk till down)»; a los jóvenes Elijah Wood, Famke Janssen, Robert Patrick y - para no variar - Salma Hayek en «Aulas peligrosas (The faculty)».
Para el 2003 se estrenó en cartelera «Once upon a time in México (El mariachi III)», con Antonio Banderas, Salma Hayek, y Enrique Iglesias en los protagónicos, destacando además el resurgimiento de Mickey Rourke como uno de los grandes antagónicos de la pantalla y disfrutando de una creación impecable de Johnny Deep (la escena de su muerte resulta casi poética para su personaje).
Y citando algunos más acerca de la apertura que se ha tenido en nuestra industria cabe mencionar las cintas «La ley de Herodes», «El crimen del Padre Amaro» y «Amores perros», cuyos casos fueron estudiados por el analista Francisco Sánchez en su libro “Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002”. Cito textualmente los tres ejemplos.
Y por si fuera poco, tenemos también el caso del director México - norteamericano Robert Rodríguez, quien puso de cabeza a Hollywood y a los productores de la Columbia Pictures con sus propuestas «El mariachi» y su secuela «Pistolero (Desperado)», estelarizada por la guapa Salma Hayek y Antonio Banderas. Posterior a estas producciones dirigió a George Clooney, Quentin Tarantino, Juliette Lewis, Harvey Keitel y Salma Hayek en el festín gore titulado «Del crepúsculo al amanecer (From dusk till down)»; a los jóvenes Elijah Wood, Famke Janssen, Robert Patrick y - para no variar - Salma Hayek en «Aulas peligrosas (The faculty)».
Para el 2003 se estrenó en cartelera «Once upon a time in México (El mariachi III)», con Antonio Banderas, Salma Hayek, y Enrique Iglesias en los protagónicos, destacando además el resurgimiento de Mickey Rourke como uno de los grandes antagónicos de la pantalla y disfrutando de una creación impecable de Johnny Deep (la escena de su muerte resulta casi poética para su personaje).
Y citando algunos más acerca de la apertura que se ha tenido en nuestra industria cabe mencionar las cintas «La ley de Herodes», «El crimen del Padre Amaro» y «Amores perros», cuyos casos fueron estudiados por el analista Francisco Sánchez en su libro “Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002”. Cito textualmente los tres ejemplos.
“«La ley de Herodes». El cuarto largometraje de Luís Estrada tuvo el mérito de ser la primera película nacional que políticamente llamó a las cosas por su nombre: al PRI, PRI, y al PAN, PAN. Esto desató una tormenta. Si hasta entonces los cineastas no se habían atrevido a utilizar nunca abiertamente las siglas del hegemónico partido en el poder (resignándose a usar anagramas), el que esto sucediera asustó a algunos funcionarios públicos incapaces de prever lo evidente: que la alternancia política estaba por llegar (ahí nomás, cerquitita, a la vuelta de año). Antes de seguir con el asunto, convendría hablar un poco de la película misma”.
“Basada en un guión de Luís Estrada, Jaime Sampietro, Fernando León y Vicente Leñero, «La Ley de Herodes», fechada en 1999, es una sátira del engranaje político que durante más de siete décadas fue impuesto al país por un solo partido con el fin de perpetuarse en el poder (en lo que llegaría a ser una dictadura perfecta, según advirtió en su momento el escritor Mario Vargas Llosa). Es decir, aunque los hechos que narra se ubiquen medio siglo atrás, el filme exhibe un estado general de corrupción reconocible en cualquier época, un modus operandi que produce la degradación total del quehacer político. Interpretadas las leyes del país como le venga en gana a los funcionarios en turno, el ciudadano se ve entonces sujeto a lo que el pueblo llama “la ley de Herodes”, es decir, la que establece la sentencia de “o te chingas o te jodes”. Resultado: el desmán, el abuso, el saqueo, el fraude electoral e incluso el asesinato”.
“Los primeros veinte minutos, sostenidos sobre todo en la fresca naturalidad que proyecta la actuación verista de Pedro Armendáriz, son en verdad excepcionales, pero después el director impone un inconveniente tono de farsa que disminuye un poco la eficacia expositiva del filme. De todas formas, la comedia logra salir adelante en una doble vertiente: hace reír y cala en su propósito satírico. En otras actuaciones, no está por demás decirlo, destacan también Isela Vega, Damián Alcázar (como el aprendiz de brujo en las artes de la indignidad), Salvador Sánchez, Guillermo Gil, Eduardo López Rojas, Juan Carlos Colombo, Leticia Huijara, Alex Cox, Manuel Ojeda y Delia Casanova. La película fue dada a conocer en Acapulco, como parte de la programación mexicana del cuarto Festival de Cine Francés, pero estuvo a punto de no exhibirse, pues el funcionario Eduardo Aserena, por entonces director del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), que era la entidad mayoritaria en la coproducción del filme, hasta ahí se dio cuenta de que en éste se fustigaba acremente al partido oficial. Intentó detener la proyección. Se armó una escaramuza. El filme tuvo que exhibirse y empezó a cobrar fama”.
“A principios de noviembre de 1999 en un intento desesperado por parar en seco la expectación que la película estaba causando, unilateralmente, sin consultar a Luís Estrada ni a la coproducción Bandido Films ni a nadie, el titular de IMCINE decidió dar un albazo, estrenándola por su propia cuenta en sólo dos salas, con pésimas copias y casi sin publicidad. Su intención era obvia: “quemar la cinta”. Aquí sí que se armó el gran escándalo. No sólo la comunidad cinematográfica se movilizó, sino también la artística e intelectual, desplegando a través de los medios una profusa campaña de protesta ante el evidente atentado en contra de la libertad de expresión. El funcionario censor fue cesado por sus decisiones erráticas, según se declaró, y el asunto fue llevado a la mesa de discusiones. Finalmente, se acordó que IMCINE vendería su parte a Estrada para que éste pudiera manejar con entera libertad la explotación de la película. De esta manera, ya distribuida por una empresa privada, el 18 de febrero de 2000, «La Ley de Herodes» se estrenó sin cortes y con éxito de público en doscientas salas de todo el país. Éste, por lo que se puede apreciar, sí fue un triunfo completo de la libertad de expresión”. (Sánchez, Francisco; Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002; CONACULTA; México; 2002; p.p. 142 – 144)
“Basada en un guión de Luís Estrada, Jaime Sampietro, Fernando León y Vicente Leñero, «La Ley de Herodes», fechada en 1999, es una sátira del engranaje político que durante más de siete décadas fue impuesto al país por un solo partido con el fin de perpetuarse en el poder (en lo que llegaría a ser una dictadura perfecta, según advirtió en su momento el escritor Mario Vargas Llosa). Es decir, aunque los hechos que narra se ubiquen medio siglo atrás, el filme exhibe un estado general de corrupción reconocible en cualquier época, un modus operandi que produce la degradación total del quehacer político. Interpretadas las leyes del país como le venga en gana a los funcionarios en turno, el ciudadano se ve entonces sujeto a lo que el pueblo llama “la ley de Herodes”, es decir, la que establece la sentencia de “o te chingas o te jodes”. Resultado: el desmán, el abuso, el saqueo, el fraude electoral e incluso el asesinato”.
“Los primeros veinte minutos, sostenidos sobre todo en la fresca naturalidad que proyecta la actuación verista de Pedro Armendáriz, son en verdad excepcionales, pero después el director impone un inconveniente tono de farsa que disminuye un poco la eficacia expositiva del filme. De todas formas, la comedia logra salir adelante en una doble vertiente: hace reír y cala en su propósito satírico. En otras actuaciones, no está por demás decirlo, destacan también Isela Vega, Damián Alcázar (como el aprendiz de brujo en las artes de la indignidad), Salvador Sánchez, Guillermo Gil, Eduardo López Rojas, Juan Carlos Colombo, Leticia Huijara, Alex Cox, Manuel Ojeda y Delia Casanova. La película fue dada a conocer en Acapulco, como parte de la programación mexicana del cuarto Festival de Cine Francés, pero estuvo a punto de no exhibirse, pues el funcionario Eduardo Aserena, por entonces director del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), que era la entidad mayoritaria en la coproducción del filme, hasta ahí se dio cuenta de que en éste se fustigaba acremente al partido oficial. Intentó detener la proyección. Se armó una escaramuza. El filme tuvo que exhibirse y empezó a cobrar fama”.
“A principios de noviembre de 1999 en un intento desesperado por parar en seco la expectación que la película estaba causando, unilateralmente, sin consultar a Luís Estrada ni a la coproducción Bandido Films ni a nadie, el titular de IMCINE decidió dar un albazo, estrenándola por su propia cuenta en sólo dos salas, con pésimas copias y casi sin publicidad. Su intención era obvia: “quemar la cinta”. Aquí sí que se armó el gran escándalo. No sólo la comunidad cinematográfica se movilizó, sino también la artística e intelectual, desplegando a través de los medios una profusa campaña de protesta ante el evidente atentado en contra de la libertad de expresión. El funcionario censor fue cesado por sus decisiones erráticas, según se declaró, y el asunto fue llevado a la mesa de discusiones. Finalmente, se acordó que IMCINE vendería su parte a Estrada para que éste pudiera manejar con entera libertad la explotación de la película. De esta manera, ya distribuida por una empresa privada, el 18 de febrero de 2000, «La Ley de Herodes» se estrenó sin cortes y con éxito de público en doscientas salas de todo el país. Éste, por lo que se puede apreciar, sí fue un triunfo completo de la libertad de expresión”. (Sánchez, Francisco; Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002; CONACULTA; México; 2002; p.p. 142 – 144)
Y si en la esfera política se causaba este revuelo, cuando en México se presentó una cinta que criticaba abiertamente a la iglesia católica en su seno, en su actuar cotidiano, las cosas no podían sino causar un encono en varios grupos tanto católicos como cristianos que vieron en «El crimen del Padre Amaro» un completo sacrilegio, al punto de que en varias ciudades, cito Guadalajara en particular porque aquí me tocó vivir esta situación, grupos como Pro-Vida y asociaciones religiosas se plantaron afuera de los complejos cinematográficos para intentar convencer a la gente de que no entrara a verla, e incluso afuera de los templos llegaron a regalar volantes en donde se defendía apasionadamente el valor de la sociedad que resistía al influjo de tal grosería fílmica. Sí como no, el resultado fue que por morbo, curiosidad o por el simple gusto de llevar la contraria, esta cinta se convirtió en un éxito de taquilla en todo el país.
“«El crimen del Padre Amaro». El viernes 16 de agosto de 2002 la libertad de expresión del gobierno llamado del cambio fue puesta a prueba. Salió bien librada al estrenarse, en casi cuatrocientas salas del país y sin problemas, la cinta «El crimen del Padre Amaro», cuya exhibición había sido previamente cuestionada por la jerarquía católica y grupos oscurantistas dependientes de la misma. La película, hay que decirlo pronto, nunca estuvo prohibida, pues su exhibición había sido autorizada con diligencia y sin mayores trámites lo que hizo ver bien, entre la gente de vanguardia, a Santiago Creel, Secretario de Gobernación, quien se anotó un buen punto a su favor”.
“Adaptación actualizada por Vicente Leñero de una novela escrita en 1875 por Eca Do Queiroz, «El crimen del Padre Amaro», que dirigió con buen oficio Carlos Carrera, se limita a señalar –en palabras del propio guionista- “los comportamientos pecaminosos del clero, las torcidas politiquerías de la jerarquía eclesiástica y el aburguesamiento de los servidores de Dios”. Ahora bien, si la novela fue escrita hace más de un siglo y desde hace mucho se encuentra en bibliotecas públicas de todas partes sin que ello le quite el sueño a nadie, ¿Por qué el alboroto mojigato ante la aparición de una versión cinematográfica cuando ya andamos caminando supuestamente en un nuevo milenio? Según parece, el Episcopado local y sus compañeros de ruta, que han venido rumiando una revancha histórica desde que hace siglo y medio Benito Juárez los despojó de sus privilegios, creyeron llegada la hora de medir fuerzas con el Estado laico, animados sin duda por el éxito de la reciente visita Papal, la canonización de Juan Diego y la expresa declaración de fe católica hecha por el propio presidente de la República. Alimentados además por nostalgias inquisitoriales, decidieron echar montón y así cardenales, arzobispos, obispos y acólitos se apuntaron de inmediato para participar en el linchamiento del filme, haciendo alarde de su ya proverbial retórica incoherente y lanzando anatemas a diestra y siniestra. ¡Vaya, ni siquiera se molestaron en ver la película que anhelaban quemar en leña verde! Claro, con esta gente –uno puede preguntarse- ¿Cómo pretender que nuestro país entre en la modernidad? Para bien de nuestro estado de derecho, la retrograda cruzada no sólo fracasó, sino que incluso a sus organizadores les resultó contraproducente, ya que el escándalo provocado sirvió de publicidad a la película, convirtiéndola en un gran éxito de taquilla. Sin embargo, ténganlo por seguro, los mochos volverán a reaparecer, reclutados como ya están en una declarada guerra de contrarreforma. Sostienen incluso que su doctrina y los representantes de la misma son intocables, queriéndoles colocar, a una y a otros, al margen de la Constitución, la cual establece que todas las ideas e instituciones, sin excepción, pueden ser objeto de análisis, escrutinio, crítica y cuestionamiento. Sueñan estos fanáticos –es de tenerse- con una dictadura teologal o con un fundamentalismo religioso. Esto queda apuntado, por ejemplo, en la declaración hecha a un programa televisivo por el más patético de los corifeos de este movimiento regresivo: “Yo no puedo entender –confesó- cómo haya un productor que esté atacando las cosas que yo creo”. Si no entiendes eso, cuate, es que de plano no entiendes nada”. (Sánchez, Francisco; Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002; CONACULTA; México; 2002; p.p. 145 – 146)
Por último esta el caso de una “Ópera Prima” sorprendente, una cinta que desde su campaña publicitaria marcaba un antes y después en la historia contemporánea de nuestro cine. Y no es sobrevalorar el trabajo de Alejandro González Iñárritu, es simplemente ubicar en su justa dimensión un filme con un guión sorprendente, con actuaciones sobrias y buena fotografía, con una edición cuidada y detallada y un guión que, simplemente, nos envuelve con una sola escena climática que, estoy seguro, forma parte ya de la memoria colectiva: un impresionante accidente automovilístico.
“La estructura de la película es lo que más me ha gustado. A partir de un choque automovilístico, tres tipos de vida convergen, pero en situaciones completamente distintas, mundos aparte, círculos que no se mezclan. Mundos que para mucha gente no existen. Porque así es la vida, la calle esta llena de destinos diversos que se cruzan en la indiferencia. Que una obra muy abiertamente situada en las antípodas del naturalismo haya tenido tal poder de sugerencia habla mucho en su favor. «Amores perros» es una película que en sus espectadores causa, sobre todo, una fuerte impresión. El adjetivo con más frecuencia utilizado para calificarla es el de “impactante”. En sus presentaciones en el extranjero, la constante ha sido igualmente de públicos sacudidos. Es un filme que tiene fuerza, con una puesta en imágenes que prende. Esto no se puede negar. Según comentarios, a muchos espectadores el filme les pareció largo y no faltaron aquellos a los que incluso les sobró completo el episodio de en medio. En efecto, es una obra irregular, con altas y bajas, pero creo que en términos generales no se puede negar su contundencia expresiva”.
“Al verla, por primera vez, yo me dije, ¡Vamos, aquí hay algo diferente! En lo visual y en lo narrativo, la película se situaba a 180 grados del cine comercial que aquí usualmente se producía y se sigue produciendo. Es decir, «Amores perros» había escapado de la clonación, ¡Milagro! Esta ópera prima de Alejandro González Iñárritu desdeñaba, con bienvenida frescura, los vicios prehistóricos de nuestro cine y telera evitando así, por ejemplo, las abominables tomas para establecer la ciudad en donde transcurre la acción (la de «Amores perros» puede transcurrir en cualquier hacinamiento urbano del mundo) y las subsecuentes tomas para establecer el exterior de edificios, residencias, casas, etcétera. La cinta también se permitía excluir los parlamentos – entrevista, así como los diálogos informativos o anunciadores de lo que se va a hacer o está por venir. Tampoco, vicio habitual en la dramaturgia decimonónica, se explicaba a personajes ni a situaciones, dado que éstos y éstas tenían que hacerlo por sí mismos. Otra cosa eliminada fueron los momentos muertos, gracias sobre todo a que se empezaban las escenas con la acción ya en movimiento y se les concluía antes de que la misma terminase. Esto permitió un gran juego de montaje, no sólo dentro de cada escena o entre secuencia y secuencia, sino incluso entre episodios. Refuerzan el dinamismo plástico una cámara que se fija en el detalle y el inserto para permitir la fragmentación de la imagen y que luego se mueve en mano con fluidez controlada, o a ratos, como aliada del vértigo (la estupenda fotografía es de Rodrigo Prieto). Como también el director se apoya en elementos audiovisuales significantes del comercial y del video clip, de los que sabe mucho, su propuesta visual termina conquistando ese elemento que se perfila como emblemático del arte del nuevo siglo y que, por otra parte, parecía inalcanzable para el cine hablado en español: la velocidad”.
“La envoltura formal de nada valdría si no se apoyase en un contenido lo suficientemente interesante por sí mismo. Este soporte es el que el guión le da al filme, un libreto a todas luces original y de fuerte pulsación dramática, obra del escritor atípico Guillermo Arriaga Jordán. El suyo es un trabajo de inquietante tono tortuoso, dado éste por una proclividad para escarbar en la reacción instintiva y el lado oscuro de sus personajes, unos entes dramáticos de respuestas poco convencionales (y muy a menudo, irracionales). Cuando el realizador González Iñárritu declaró a los medios que los personajes de su filme dejaban atrás su naturaleza divina para desatar su naturaleza animal no estaba hablando en plan de teólogo, sino definiendo una transmutación: la de su guionista en sus criaturas. Y es que Arriaga Jordán no es un escritor de cuello blanco y corbata que aborde temas endebles, sino un hombre de temple de cazador al que uno adivina con ojos centelleantes y al acecho de esas urdimbres telúricas que tanto le atraen: el feroz odio entre hermanos, el adulterio conflictivo, la traición convertida en costumbre, el fácil asesinato impune, la búsqueda paterna de la hija (búsqueda tan llena de sentimientos de culpa), la destrucción de las ilusiones y la final caída en el infierno de la fatalidad”.
“En el filme hay muchos perros, tantos que es de sospecharse que algo representan o simbolizan. El sentido oculto de las cosas –decía Fernando Pessoa- es no tener ningún sentido oculto. También hay en la cinta una buena pista sonora y algunas canciones pegajosas. No hay que olvidar, en relación con este asunto, que González Iñárritu fue un hábil disc jockey en una imponente estación de radio. ¿Qué más decir de una película a la que tengo como un hito en nuestra historia fílmica? Dejo aquí la palabra al crítico Carlos Bonfil: “Amores perros es una película ágil, sensible, capaz de transformar su supuesto gusto por la violencia (peleas caninas, espectáculo gore, abuso machista) en una afinada observación de las emociones humanas”. Tan sencillo como eso, lo cual no le quita a Alejandro González Iñárritu el mérito de que su filme «Amores perros» haya tomado la delantera en lo que posiblemente en un futuro cercano habrá de ser el rumbo del cine”. (Sánchez, Francisco; Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002; CONACULTA; México; 2002; p.p. 261 – 265)
“La estructura de la película es lo que más me ha gustado. A partir de un choque automovilístico, tres tipos de vida convergen, pero en situaciones completamente distintas, mundos aparte, círculos que no se mezclan. Mundos que para mucha gente no existen. Porque así es la vida, la calle esta llena de destinos diversos que se cruzan en la indiferencia. Que una obra muy abiertamente situada en las antípodas del naturalismo haya tenido tal poder de sugerencia habla mucho en su favor. «Amores perros» es una película que en sus espectadores causa, sobre todo, una fuerte impresión. El adjetivo con más frecuencia utilizado para calificarla es el de “impactante”. En sus presentaciones en el extranjero, la constante ha sido igualmente de públicos sacudidos. Es un filme que tiene fuerza, con una puesta en imágenes que prende. Esto no se puede negar. Según comentarios, a muchos espectadores el filme les pareció largo y no faltaron aquellos a los que incluso les sobró completo el episodio de en medio. En efecto, es una obra irregular, con altas y bajas, pero creo que en términos generales no se puede negar su contundencia expresiva”.
“Al verla, por primera vez, yo me dije, ¡Vamos, aquí hay algo diferente! En lo visual y en lo narrativo, la película se situaba a 180 grados del cine comercial que aquí usualmente se producía y se sigue produciendo. Es decir, «Amores perros» había escapado de la clonación, ¡Milagro! Esta ópera prima de Alejandro González Iñárritu desdeñaba, con bienvenida frescura, los vicios prehistóricos de nuestro cine y telera evitando así, por ejemplo, las abominables tomas para establecer la ciudad en donde transcurre la acción (la de «Amores perros» puede transcurrir en cualquier hacinamiento urbano del mundo) y las subsecuentes tomas para establecer el exterior de edificios, residencias, casas, etcétera. La cinta también se permitía excluir los parlamentos – entrevista, así como los diálogos informativos o anunciadores de lo que se va a hacer o está por venir. Tampoco, vicio habitual en la dramaturgia decimonónica, se explicaba a personajes ni a situaciones, dado que éstos y éstas tenían que hacerlo por sí mismos. Otra cosa eliminada fueron los momentos muertos, gracias sobre todo a que se empezaban las escenas con la acción ya en movimiento y se les concluía antes de que la misma terminase. Esto permitió un gran juego de montaje, no sólo dentro de cada escena o entre secuencia y secuencia, sino incluso entre episodios. Refuerzan el dinamismo plástico una cámara que se fija en el detalle y el inserto para permitir la fragmentación de la imagen y que luego se mueve en mano con fluidez controlada, o a ratos, como aliada del vértigo (la estupenda fotografía es de Rodrigo Prieto). Como también el director se apoya en elementos audiovisuales significantes del comercial y del video clip, de los que sabe mucho, su propuesta visual termina conquistando ese elemento que se perfila como emblemático del arte del nuevo siglo y que, por otra parte, parecía inalcanzable para el cine hablado en español: la velocidad”.
“La envoltura formal de nada valdría si no se apoyase en un contenido lo suficientemente interesante por sí mismo. Este soporte es el que el guión le da al filme, un libreto a todas luces original y de fuerte pulsación dramática, obra del escritor atípico Guillermo Arriaga Jordán. El suyo es un trabajo de inquietante tono tortuoso, dado éste por una proclividad para escarbar en la reacción instintiva y el lado oscuro de sus personajes, unos entes dramáticos de respuestas poco convencionales (y muy a menudo, irracionales). Cuando el realizador González Iñárritu declaró a los medios que los personajes de su filme dejaban atrás su naturaleza divina para desatar su naturaleza animal no estaba hablando en plan de teólogo, sino definiendo una transmutación: la de su guionista en sus criaturas. Y es que Arriaga Jordán no es un escritor de cuello blanco y corbata que aborde temas endebles, sino un hombre de temple de cazador al que uno adivina con ojos centelleantes y al acecho de esas urdimbres telúricas que tanto le atraen: el feroz odio entre hermanos, el adulterio conflictivo, la traición convertida en costumbre, el fácil asesinato impune, la búsqueda paterna de la hija (búsqueda tan llena de sentimientos de culpa), la destrucción de las ilusiones y la final caída en el infierno de la fatalidad”.
“En el filme hay muchos perros, tantos que es de sospecharse que algo representan o simbolizan. El sentido oculto de las cosas –decía Fernando Pessoa- es no tener ningún sentido oculto. También hay en la cinta una buena pista sonora y algunas canciones pegajosas. No hay que olvidar, en relación con este asunto, que González Iñárritu fue un hábil disc jockey en una imponente estación de radio. ¿Qué más decir de una película a la que tengo como un hito en nuestra historia fílmica? Dejo aquí la palabra al crítico Carlos Bonfil: “Amores perros es una película ágil, sensible, capaz de transformar su supuesto gusto por la violencia (peleas caninas, espectáculo gore, abuso machista) en una afinada observación de las emociones humanas”. Tan sencillo como eso, lo cual no le quita a Alejandro González Iñárritu el mérito de que su filme «Amores perros» haya tomado la delantera en lo que posiblemente en un futuro cercano habrá de ser el rumbo del cine”. (Sánchez, Francisco; Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002; CONACULTA; México; 2002; p.p. 261 – 265)
A lo largo de estos capítulos hemos hablado de algunos cambios que ha sufrido la industria cinematográfica nacional en los últimos años, especialmente en la década de los noventa, pero, ¿cuál es la opinión de algunos protagonistas que viven dentro de este medio acerca del cine mexicano actual?, ¿qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?, y algo muy importante, ¿qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
Diversas personalidades del ámbito cinematográfico nacional dieron su opinión al respecto; éstas son sus conclusiones.
Juan Antonio de la Riva (Director)
«Elisa antes del fin del mundo»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Por un lado habría que tener muy en cuenta que el cine mexicano se enfrenta a una crisis de tipo industrial, y por otro, a la desaparición de la cadena de exhibición COTSA (Compañía Operadora de Teatros, S.A.). La crisis temática y formal de los productos de la iniciativa privada ha llegado, como se pronosticó durante muchísimos años, a tocar fondo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“El cine tiene que alcanzar un nivel de calidad como cualquier otro producto que se venda. La prueba de ello es que la factura de películas como «Como agua para chocolate», «Danzón» o «La tarea», por mencionar algunas entre muchas otras, están teniendo repercusión tanto en México como en el extranjero; son productos no sólo cinematográficamente importantes, sino comercialmente rentables. Si no hay medidas drásticas, el público seguirá alejándose no sólo del cine mexicano, sino del cine en general. Estamos ante un punto cero; siempre tiendo a ser optimista, creo que si pensamos en todo lo que está redituando este nuevo cine en cuestión de dinero, premios e invitaciones a festivales internacionales, cabría la posibilidad de ser optimistas. Lo que requiere el cine nacional es una apertura temática, pluralidad y continuidad en el trabajo de los cineastas. No hemos tenido una continuidad durante años y eso se ve en los talentos desperdiciados. Hay muchos temas de los que ya se puede hablar en la literatura y el teatro que en el cine siguen siendo casi tabú. Es absurdo que todos vivamos ciertas experiencias y no las podamos ver en una película; el cine mexicano tiene un retraso bastante considerable comparado con las demás artes” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Supongo que debería de haber muchos cambios en la legislación cinematográfica; no la conozco a fondo, pero para mí una de las cuestiones más importantes y esenciales sería la supresión de la censura, creo que eso es fundamental para que el cine se consolide como industria, negocio y arte, porque un cine que siga supeditado a los criterios retrógrados de un grupo de censores no avanzará en ninguna dirección. Dentro de los múltiples aspectos que se pueden sugerir para la legislación yo insistiría en la supresión de la censura, ya que considero que es muy importante para una verdadera libertad de expresión. La legislación debe ser muy obsoleta, no se ha actualizado; el cine también podría empezar una etapa de modernidad, porque un cine censurado será un cine que no tendrá el impacto ni la fuerza suficiente para expresar lo que realmente deseamos. Si no sucede así, política y temáticamente estará siempre marginado” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
Nicolás Echevarría (Director)
«Cabeza de Vaca»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Pienso que el balance es positivo y lo será más en la medida en que el Estado se retire de la producción cinematográfica y estimule la creación de productores; es decir, cuando no intervenga en la creación directa de las películas sino en forma de préstamos e incentivos para apoyar la producción” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Que exista un apoyo mucho más decidido a la participación económica del productor. Que los porcentajes de taquilla sean incrementados para el productor, porque es el que más invierte en este negocio de alto riesgo que es el cine; un distribuidor escoge películas ya realizadas y un exhibidor cambia una película de cartelera cuando ésta no tiene éxito.
El que más arriesga en el negocio del cine es el productor y es el que menos recupera. Deberían existir mecanismos eficaces de producción de cine mexicano en el extranjero y de comercialización de las películas, cosa que es prácticamente nula en nuestros días” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Que hubiera un fondo. Puede ser un banco que otorgue créditos y que por ley se destinara un porcentaje de la taquilla para alimentar sus recursos y estimular así la producción de cine mexicano. Definitivamente, el cine mexicano debe estar en manos de quienes lo realizan, de los que hacen de esta experiencia su vida. No debe estar en manos de personas que sólo lo toman por un tiempo, como los funcionarios que no tienen experiencia ni la pueden adquirir en tan poco tiempo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
Jorge Sánchez (Director y Productor)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Existen dos factores fundamentales que han ayudado al resurgimiento del cine mexicano. Uno ha sido que a partir de la creación del C.C.C. (Centro de Capacitación Cinematográfica) como escuela de cine y también de la consolidación del C.U.E.C., ha proliferado la formación de técnicos, personal artístico y creativo, y especialmente directores; hay talento formado con un conocimiento bastante sólido y con intenciones muy claras de hacer un buen cine mexicano. Por otra parte, tenemos la reestructuración estatal del cine mexicano con la conformación del IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía), no como un organismo productor sino como un organismo que coproduce con diferentes compañías productoras, de tal forma que ese nuevo productor privado está corriendo riesgos junto con el Estado y es corresponsable por el producto final y por los resultados económicos también. Esto ha sido como una nueva modalidad en México, porque la actuación del Estado siempre había sido de producción directa, lo que acarreó innumerables vicios, sobre todo un paternalismo feroz. La calidad del cine mexicano actual se demuestra al tener películas participando en la Quincena de Realizadores de Cannes, o en el New Films - New Directors de Nueva York, o al saber que el Festival de Toronto hace una retrospectiva de cine mexicano cada año y que consideran nuestra producción como una de las más importantes a nivel mundial” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p.p. 66-67).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Es difícil pensar en una industria de calidad. Por una parte el fenómeno industrial en México, sobre todo en el cine, está en crisis. Se ha hablado de ello desde hace mucho tiempo, pero simplemente en términos de volumen. Se dieron tres pasos importantes en los últimos años en materia de cine en México: la creación del Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica; la política estatal de coproducir y no ser productores directamente, y la creación del Consejo Consultivo del IMCINE. Esto ha sido muy importante, pero no lo suficiente; requerimos entrar a una estructura mucho más compleja de la industria cinematográfica, como por ejemplo lo que se está haciendo en Europa para preservar y desarrollar esta industria. No se trata de una lucha frontal ni a muerte contra el cine estadounidense, que es el que domina las pantallas, pero sí reconocen los europeos que este cine es homogéneo y que a los espectadores les da una visión unilateral. Deberíamos hacer esfuerzos para que exista la expresión diversa de los cineastas mexicanos” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 67).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Ojala se proceda en el sentido de una ley audiovisual en México. El cine en el mundo ya se produce en conjunto con la televisión. Si seguimos pensando en leyes diferentes para estos dos medios seguiremos siendo arcaicos. No hablo de subsidios, sino de incentivos para los productores. A mí me parece absurdo que CABLEVISION y MULTIVISION no programen cine mexicano actual. Lo único que se ve es el cine de los años cincuenta y otras películas sin ninguna calidad. Debe haber ciertas pautas para que el cine reciente se programe de tal manera que e establezca una relación comercial y dinámica” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
Alberto Cortés (Director y Productor)
«Amor a la vuelta de la esquina»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine mexicano reciente es resultado de muchos años de formación de cineastas; comprende a mi generación y va desde lo que se llamó el cine independiente en los setenta, hasta la profesionalización del cine en los ochenta y los noventa. Lo más importante de lo que está pasando actualmente es que hay varios cineastas y varias películas que establecen mayor comunicación con su público. La diversidad de películas actualmente ha propiciado la creación de canales de comunicación que antes no existían” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
La industria del cine mexicano actual no está pensada para ser una industria de calidad. La producción sigue atada a los viejos sindicatos, la distribución siempre ha carecido de imaginación y la exhibición es una enemiga permanente de la calidad. Mientras no se reinventen las reglas del juego, el cine de calidad no será mas que una serie de intentos más personales que industriales. En México es más fácil armar toda una producción, contratar actores, conseguir dinero, que lograr que se exhiba bien una película” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
No estoy muy enterado al respecto y suena muy complejo. No sé de qué se tratan las leyes vigentes, ni cómo ha avanzado esto en la Cámara de Diputados, pero sí sé que el público tiene otras necesidades. Otra cuestión es la novedad de la reprivatización de todo, incluso de la cultura. No se puede perder de vista que las películas no son sólo objetos de consumo, sino también un producto cultural importante para el país. Además, hay que tener en cuenta la liberación de la taquilla. Si liberan los precios para que unos cuantos sigan haciendo negocios o Televisa entra de lleno al negocio del cine, puede ser fatal. Es importante abrir canales. Si el IMCINE se va a achicar o COTSA va a desaparecer, esto no se puede dejar en manos de mercaderes. No creo que este pequeño auge que ha habido augure mucho optimismo.
Sí considero que hay muchas películas con temas diversos, algunas mejores que otras, pero sin embargo no se puede cantar victoria” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
Alfonso Arau (Director, Productor y Actor)
«Como agua para chocolate»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine ha padecido dos lacras. La primera es una concepción monopólica, en la cual el Estado le ha otorgado un monopolio absoluto a los productores. La otra es el subsidio, donde el Estado ha patrocinado a un grupo de directores que no tenían ninguna obligación de responder en taquilla por el dinero que recibían. Esta ha sido la historia del cine, alternándose unas y otras lacras, especialmente a partir de Echeverría” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“El cine tiene que sacudirse estos dos problemas que menciono. Creo que está a punto de hacerlo, con todo y los problemas económicos del país. Se tiene que modernizar la industria; ya se están privatizando los cines, se van a liberar los precios, se están preparando nuevas leyes, y todo esto va encaminado a que la industria cinematográfica deje de ser sexenal y participen en ella nuevos empresarios. Yo tengo mucha fe en que van a venir cambios en los próximos años” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Requeriría de una ley cinematográfica que asegure la actividad de los productores independientes y que prohíba al Estado producir cine, porque, por un lado malacostumbra a directores consentidos que están subsidiados, y por otra parte, crea una competencia desleal a los productores y directores independientes. Hace falta una ley que cree una industria pujante que produzca películas buenas y malas como en todos los países del mundo. Se necesitan leyes enfocadas a apoyar la producción independiente y estimular a las buenas películas mandándolas a festivales. No hay que tener miedo a la libre competencia con el extranjero” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
Héctor Bonilla (Actor)
«Rojo amanecer»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Actualmente se están conjugando tres generaciones en las que hay directores que han trabajado con gran eficacia y con un oficio considerable, al igual que algunos actores que empezamos por los años setenta. Se incluyen en este proceso algunas personalidades de los ochenta como Alejandro Pelayo, José Luis García Agraz, grandes actores, guionistas, e incluso técnicos que en la realización de su labor se insertaron todos en un proceso de diálogo abierto que, desafortunadamente, nuestra generación en particular no tuvo porque fue totalmente aislada. Es evidente que el sistema ha tenido más ductibilidad en cuanto a temas delicados, como por ejemplo los referentes a cuestiones políticas. No quiere decir que dependamos del sistema, pero la gente de cine se está atreviendo más a expresarse y se ha roto un proceso de autocensura, lo que en teoría es excelente; la materia prima es espléndida, podemos pensar que tenemos un cine competitivo en el ámbito internacional” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“En el momento en que cualquiera se dedicara a producir, exhibir, distribuir indistintamente, podría lograrse que el producto gravitara por su calidad en una ley libre de oferta y demanda. Para mí esto es algo fundamental, la industria requiere liquidez, se necesita capital fresco. La recuperación de la distribución la deja en una enorme desventaja, ya que recibe 16 centavos de cada peso. Considero que debería variar el porcentaje de recuperación para crear incentivos de liquidez a través de la producción; es decir, que los productores tengan posibilidades de ganar dinero, si no, no habrá industria posible. Me pueden decir que desconozco el proceso de distribución nacional e internacional, pero eso no me quita la razón. Hay que rehacer todo el proceso, porque la industria no tiene liquidez” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Es necesario estructurar una ley congruente, no sé de quién sea la competencia, pero habría que definir los papeles de la distribución, de la producción y de la exhibición, en primer lugar. Que todo esto no quede en unas cuantas manos” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
María Rojo (Actriz)
«De noche vienes, Esmeralda»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Pienso que con la gente nueva que se ha integrado al cine existe un panorama más esperanzador que en sexenios pasados” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Lo que requiere el cine mexicano actual es una política cultural lógica y aceptable, como la que está llevando a cabo la gente joven” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Desde luego, que cambien la idea de competir con el cine estadounidense, que no significa cine de calidad de ninguna manera. De todas las películas estadounidenses que la gente alquila en video, son muy pocas las que tienen una mínima calidad. Es muy importante también liberar el precio del boleto porque lo que realmente reditúa es la venta de palomitas, incluso el estacionamiento es más caro que la misma función. Se debe hacer una revisión total a las leyes, y sugiero también el apoyo del público. No debe estar peleado el negocio con el éxito y la calidad” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
José María Espinaza (Crítico)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“No se puede tener un optimismo ya consolidado porque es como decir que el optimista es un pesimista mal informado. El cine mexicano actual tiene un repunte, pero de ahí a llegar a tener un status cualitativo bueno o alto, falta mucho por hacer. Es un cine que está empezando, en cierta manera, de cero, o aún peor, arrastrando veinte años de ineficiencia y de tontería en la producción, con malos manejos administrativos, vulgarización en los temas; y de pronto las cosas empiezan a cambiar porque se han acumulado cuatro o cinco generaciones que no han podido hacer cine y empiezan a encontrar oportunidades. Esto es positivo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Muchas cosas. Una sería el rompimiento de mafias, permitiendo la apertura de los sistemas de producción y de acopio de capital dedicado a las películas; permitir la llegada a las pantallas de películas mexicanas de todo tipo, acompañadas de una buena distribución y de un buen planteamiento publicitario. En cuanto a la dirección, tiene que correrse el riesgo, las propuestas innovadoras deben tener mayores facilidades. Uno de los problemas más grandes del cine mexicano es que los grupos crean un coto cerrado y ahí no entra nadie. Sigue ocurriendo que si tú logras que te acepten un guión, después tienes que conseguir financiamiento y puedes llegar a tener la película y no exhibirla nunca” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“El problema de la legislación es quizá uno de los más complicados y de los más secretos y oscuros para el espectador lego o para el crítico que no está directamente metido en esto. Primero hay que pensar en una legislación viable; actualmente existe una legislación que tiene cosas muy buenas que nadie cumple: una legislación que facilitara la exhibición de cine mexicano en pantalla sería muy importante si se llevara a cabo en la práctica. El papel rector del Estado en la producción de cine debe desaparecer porque ha provocado mafias, ineficiencia, fraude y entorpecimiento; todos los defectos han surgido de la incapacidad administrativa” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 70).
Nelson Carro (Crítico)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine como expresión personal en los últimos tres años ha demostrado cierta salud, sobre todo en películas como «Danzón», «La tarea» o «Como agua para chocolate», que han tenido un gran éxito de taquilla. Por otro lado, tenemos «Cabeza de Vaca» e «Intimidades en un cuarto de baño» que han demostrado una excelente calidad” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Fundamentalmente lo que se necesita es crear no una industria de calidad, porque industria y calidad no tienen ninguna relación. Se trata de crear una industria diferente a partir de otras condiciones: el cine como las otras industrias va a tener que ser autosuficiente y sano, y tendrá que dejar de estar subsidiado por el gobierno” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Las leyes y la calidad no tienen absolutamente nada que ver. Lo que tiene que ver con la industria no necesariamente significa que sea bueno. La mejor ley de cinematografía no va a provocar que las películas sean mejores. Con leyes o sin ellas, en la medida en que haya voluntad para hacer buen cine y buenos guiones, se podrá hacer” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
Aunadas a estas opiniones se encuentran los comentarios de diversas personalidades pertenecientes todas al Nuevo Cine Mexicano, ellas fueron abordadas durante la más reciente entrega de los premios “Ariel” (1999), la última del milenio, celebrada en el Palacio de Bellas Artes. A todas se les hizo la misma pregunta, ¿cuál es la situación actual del cine mexicano?; estas son sus respuestas.
Carlos Salces (Director)
«En el espejo del cielo»
En lo que se refiere a taquilla está muy bien; «Sexo, pudor y lágrimas» nos ha dado una lección de que el cine mexicano puede tener una buena respuesta.
Francisco Athié (Director)
«Fibra óptica»
Está sucediendo algo muy extraño: cada año se hacen menos películas, pero van mejorando en nivel y calidad; ojala y la producción aumente.
Blanca Guerra (Actriz)
«Un embrujo»
Por mucho que se ha reducido la producción hemos ganado en nivel de calidad y de diversidad de temas, propuestas y lenguajes.
Vanessa Bauche (Actriz)
«Un embrujo»
Está mejor que el año pasado y que el antepasado. Ha habido producciones independientes, experimentos en 16 m.m., en video. El chiste es la creatividad.
Bruno Bichir (Actor)
«El evangelio de las maravillas»
El panorama es oscuro, pero la calidad es muy buena. Nuestra industria nos da divisas, nos da identidad, nos abre al mundo.
Carlos Bolado (Director)
«Bajo California; el límite del tiempo»
Cada vez está mejor. Que bueno que competí ahora y no el año siguiente porque va a estar muy duro.
Jesús Ochoa (Actor)
«Entre Pancho Villa y una mujer desnuda»
Muy bien, muy esperanzador; vamos por cosas más grandes.
Damián Alcázar (Actor)
«Bajo California; el límite del tiempo»
Muy bien en cuanto a producción; me gustó «Sexo, pudor y lágrimas», aunque me parece un poco ligera. Ojalá y se hiciera más cine.
Roberto Sosa (Actor)
«Lolo»
Bien, hay películas muy padres; uno siempre tiene la idea de que no hay películas suficientes, pero esta vez hay mucha calidad y, sobre todo, hay más acercamiento con el público.
Mariana Ávila (Actriz)
«La primera noche»
Pues lo veo poniéndose de pie.
Ana Claudia Talancón (Actriz)
«El cometa»
Mucho mejor que los años anteriores, siento que está adquiriendo un gran impulso.
Luís Carlos Carrera (Director)
«Un embrujo»
Mejor que el año pasado, y ojala el próximo esté mejor.
Estamos recuperando un cine mexicano de calidad, las producciones recientes que conforman el llamado Nuevo Cine Mexicano así lo demuestran; la obtención de premios y reconocimientos en el ámbito internacional demuestra que los niveles de calidad, tanto en la producción como en el tratamiento de temas son mejores, sin embargo aún queda mucho camino por recorrer.
Según la opinión de algunos protagonistas de nuestro cine aún existen serios problemas que tienen que ser resueltos, entre ellos:
1. Que exista una mayor apertura temática, pluralidad y continuidad en el trabajo de los cineastas.
2. La supresión de la censura gubernamental por coartar la libertad de expresión.
3. Que los porcentajes de taquilla sean incrementados para el productor.
4. Que se proceda en el sentido de una ley audiovisual en nuestro país.
5. Que se liberen los precios en taquilla.
6. Que se prohíba la participación del Estado como organismo productor para acabar con las mafias y el paternalismo.
7. Que la industria cinematográfica nacional deje de ser “sexenal”.
8. Que exista un cambio en el porcentaje de recuperación para crear incentivos de liquidez a través de la producción.
Si bien hay razones más que fundamentadas para acercarse con optimismo al cine que se hace en México por estos días, la invitación al júbilo debe ser moderada en tanto que los viejos errores, la burocracia y la influencia del Estado en la producción persistan. La cautela nunca está de más ante las evidencias que indican carencia de políticas claras e indefiniciones en torno al fenómeno.
Es obvio que el cine mexicano actual también tiene defectos, fallas y debilidades, no todo puede solucionarse con una varita mágica de un día para otro; son muchos los errores cometidos en el pasado a los que hay que darles una pronta solución, entre ellos puedo mencionar:
1. El desconocimiento de la ley de cinematografía; varias de las personalidades entrevistadas así lo
manifestaron.
2. La rígida censura gubernamental; basta recordar los casos de «La sombra del caudillo», «Rosa Blanca» y «El grito».
3. El pésimo proceso de distribución y exhibición para el cine nacional.
4. La capacidad instalada para la producción es nula, no existe una infraestructura adecuada.
Sobre este punto en particular hay que reconocer la gran creatividad de los cineastas del país, quienes con los recursos materiales mínimos son capaces de producir obras como «Rojo amanecer» (todo transcurre en el interior de un departamento) o «La tarea» (donde el espectador se ubica durante toda la trama en el interior de un departamento, y en forma específica en la sala), por mencionar algunas.
5. Las mafias sindicales (S.T.P.C. y S.T.I.C.) y la corrupción existente.
Algo que resultó ser un común denominador en las opiniones de los personajes entrevistados -aparte del desconocimiento de las leyes que rigen la industria cinematográfica- es pedir que se prohíba la participación directa del gobierno como organismo productor para así poder acabar con las mafias y el paternalismo.
Aunque parcialmente estoy de acuerdo y coincido en este punto con los entrevistados, pienso que la solución a este problema no está bien enfocada: cortar de raíz la relación existente con el gobierno en materia de producción no beneficiaría a nadie, al contrario, se perderían subsidios para la realización de cine y el apoyo de organismos como el Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica (F.F.C.C.) y el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), dependientes del gobierno.
La solución más viable a esta situación es cambiar las reglas del juego y establecer una nueva relación entre el gobierno y los organismos productores; lo mejor sería olvidar los errores del pasado y comenzar una relación de socios comerciales, a fin de cuentas tanto el gobierno como las compañías productoras tienen una misma meta: el bienestar de México.
Al establecerse esta nueva relación, automáticamente se solucionaría otra cuestión que aqueja a nuestro cine: dejaría de ser una industria sexenal y se tendría una continuidad en el trabajo de los cineastas.
Un punto de vital importancia es que se proceda en el sentido de una ley audiovisual en nuestro país, puesto que en la actualidad resulta arcaico y absurdo que se legisle para cada medio en particular; el cine y la televisión se producen en forma simultánea en todos los países del mundo, ¿no resultaría más sencillo englobarlos en una sola ley?
Diversas personalidades del ámbito cinematográfico nacional dieron su opinión al respecto; éstas son sus conclusiones.
Juan Antonio de la Riva (Director)
«Elisa antes del fin del mundo»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Por un lado habría que tener muy en cuenta que el cine mexicano se enfrenta a una crisis de tipo industrial, y por otro, a la desaparición de la cadena de exhibición COTSA (Compañía Operadora de Teatros, S.A.). La crisis temática y formal de los productos de la iniciativa privada ha llegado, como se pronosticó durante muchísimos años, a tocar fondo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“El cine tiene que alcanzar un nivel de calidad como cualquier otro producto que se venda. La prueba de ello es que la factura de películas como «Como agua para chocolate», «Danzón» o «La tarea», por mencionar algunas entre muchas otras, están teniendo repercusión tanto en México como en el extranjero; son productos no sólo cinematográficamente importantes, sino comercialmente rentables. Si no hay medidas drásticas, el público seguirá alejándose no sólo del cine mexicano, sino del cine en general. Estamos ante un punto cero; siempre tiendo a ser optimista, creo que si pensamos en todo lo que está redituando este nuevo cine en cuestión de dinero, premios e invitaciones a festivales internacionales, cabría la posibilidad de ser optimistas. Lo que requiere el cine nacional es una apertura temática, pluralidad y continuidad en el trabajo de los cineastas. No hemos tenido una continuidad durante años y eso se ve en los talentos desperdiciados. Hay muchos temas de los que ya se puede hablar en la literatura y el teatro que en el cine siguen siendo casi tabú. Es absurdo que todos vivamos ciertas experiencias y no las podamos ver en una película; el cine mexicano tiene un retraso bastante considerable comparado con las demás artes” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Supongo que debería de haber muchos cambios en la legislación cinematográfica; no la conozco a fondo, pero para mí una de las cuestiones más importantes y esenciales sería la supresión de la censura, creo que eso es fundamental para que el cine se consolide como industria, negocio y arte, porque un cine que siga supeditado a los criterios retrógrados de un grupo de censores no avanzará en ninguna dirección. Dentro de los múltiples aspectos que se pueden sugerir para la legislación yo insistiría en la supresión de la censura, ya que considero que es muy importante para una verdadera libertad de expresión. La legislación debe ser muy obsoleta, no se ha actualizado; el cine también podría empezar una etapa de modernidad, porque un cine censurado será un cine que no tendrá el impacto ni la fuerza suficiente para expresar lo que realmente deseamos. Si no sucede así, política y temáticamente estará siempre marginado” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 71).
Nicolás Echevarría (Director)
«Cabeza de Vaca»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Pienso que el balance es positivo y lo será más en la medida en que el Estado se retire de la producción cinematográfica y estimule la creación de productores; es decir, cuando no intervenga en la creación directa de las películas sino en forma de préstamos e incentivos para apoyar la producción” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Que exista un apoyo mucho más decidido a la participación económica del productor. Que los porcentajes de taquilla sean incrementados para el productor, porque es el que más invierte en este negocio de alto riesgo que es el cine; un distribuidor escoge películas ya realizadas y un exhibidor cambia una película de cartelera cuando ésta no tiene éxito.
El que más arriesga en el negocio del cine es el productor y es el que menos recupera. Deberían existir mecanismos eficaces de producción de cine mexicano en el extranjero y de comercialización de las películas, cosa que es prácticamente nula en nuestros días” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Que hubiera un fondo. Puede ser un banco que otorgue créditos y que por ley se destinara un porcentaje de la taquilla para alimentar sus recursos y estimular así la producción de cine mexicano. Definitivamente, el cine mexicano debe estar en manos de quienes lo realizan, de los que hacen de esta experiencia su vida. No debe estar en manos de personas que sólo lo toman por un tiempo, como los funcionarios que no tienen experiencia ni la pueden adquirir en tan poco tiempo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
Jorge Sánchez (Director y Productor)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Existen dos factores fundamentales que han ayudado al resurgimiento del cine mexicano. Uno ha sido que a partir de la creación del C.C.C. (Centro de Capacitación Cinematográfica) como escuela de cine y también de la consolidación del C.U.E.C., ha proliferado la formación de técnicos, personal artístico y creativo, y especialmente directores; hay talento formado con un conocimiento bastante sólido y con intenciones muy claras de hacer un buen cine mexicano. Por otra parte, tenemos la reestructuración estatal del cine mexicano con la conformación del IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía), no como un organismo productor sino como un organismo que coproduce con diferentes compañías productoras, de tal forma que ese nuevo productor privado está corriendo riesgos junto con el Estado y es corresponsable por el producto final y por los resultados económicos también. Esto ha sido como una nueva modalidad en México, porque la actuación del Estado siempre había sido de producción directa, lo que acarreó innumerables vicios, sobre todo un paternalismo feroz. La calidad del cine mexicano actual se demuestra al tener películas participando en la Quincena de Realizadores de Cannes, o en el New Films - New Directors de Nueva York, o al saber que el Festival de Toronto hace una retrospectiva de cine mexicano cada año y que consideran nuestra producción como una de las más importantes a nivel mundial” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p.p. 66-67).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Es difícil pensar en una industria de calidad. Por una parte el fenómeno industrial en México, sobre todo en el cine, está en crisis. Se ha hablado de ello desde hace mucho tiempo, pero simplemente en términos de volumen. Se dieron tres pasos importantes en los últimos años en materia de cine en México: la creación del Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica; la política estatal de coproducir y no ser productores directamente, y la creación del Consejo Consultivo del IMCINE. Esto ha sido muy importante, pero no lo suficiente; requerimos entrar a una estructura mucho más compleja de la industria cinematográfica, como por ejemplo lo que se está haciendo en Europa para preservar y desarrollar esta industria. No se trata de una lucha frontal ni a muerte contra el cine estadounidense, que es el que domina las pantallas, pero sí reconocen los europeos que este cine es homogéneo y que a los espectadores les da una visión unilateral. Deberíamos hacer esfuerzos para que exista la expresión diversa de los cineastas mexicanos” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 67).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Ojala se proceda en el sentido de una ley audiovisual en México. El cine en el mundo ya se produce en conjunto con la televisión. Si seguimos pensando en leyes diferentes para estos dos medios seguiremos siendo arcaicos. No hablo de subsidios, sino de incentivos para los productores. A mí me parece absurdo que CABLEVISION y MULTIVISION no programen cine mexicano actual. Lo único que se ve es el cine de los años cincuenta y otras películas sin ninguna calidad. Debe haber ciertas pautas para que el cine reciente se programe de tal manera que e establezca una relación comercial y dinámica” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
Alberto Cortés (Director y Productor)
«Amor a la vuelta de la esquina»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine mexicano reciente es resultado de muchos años de formación de cineastas; comprende a mi generación y va desde lo que se llamó el cine independiente en los setenta, hasta la profesionalización del cine en los ochenta y los noventa. Lo más importante de lo que está pasando actualmente es que hay varios cineastas y varias películas que establecen mayor comunicación con su público. La diversidad de películas actualmente ha propiciado la creación de canales de comunicación que antes no existían” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
La industria del cine mexicano actual no está pensada para ser una industria de calidad. La producción sigue atada a los viejos sindicatos, la distribución siempre ha carecido de imaginación y la exhibición es una enemiga permanente de la calidad. Mientras no se reinventen las reglas del juego, el cine de calidad no será mas que una serie de intentos más personales que industriales. En México es más fácil armar toda una producción, contratar actores, conseguir dinero, que lograr que se exhiba bien una película” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
No estoy muy enterado al respecto y suena muy complejo. No sé de qué se tratan las leyes vigentes, ni cómo ha avanzado esto en la Cámara de Diputados, pero sí sé que el público tiene otras necesidades. Otra cuestión es la novedad de la reprivatización de todo, incluso de la cultura. No se puede perder de vista que las películas no son sólo objetos de consumo, sino también un producto cultural importante para el país. Además, hay que tener en cuenta la liberación de la taquilla. Si liberan los precios para que unos cuantos sigan haciendo negocios o Televisa entra de lleno al negocio del cine, puede ser fatal. Es importante abrir canales. Si el IMCINE se va a achicar o COTSA va a desaparecer, esto no se puede dejar en manos de mercaderes. No creo que este pequeño auge que ha habido augure mucho optimismo.
Sí considero que hay muchas películas con temas diversos, algunas mejores que otras, pero sin embargo no se puede cantar victoria” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
Alfonso Arau (Director, Productor y Actor)
«Como agua para chocolate»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine ha padecido dos lacras. La primera es una concepción monopólica, en la cual el Estado le ha otorgado un monopolio absoluto a los productores. La otra es el subsidio, donde el Estado ha patrocinado a un grupo de directores que no tenían ninguna obligación de responder en taquilla por el dinero que recibían. Esta ha sido la historia del cine, alternándose unas y otras lacras, especialmente a partir de Echeverría” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“El cine tiene que sacudirse estos dos problemas que menciono. Creo que está a punto de hacerlo, con todo y los problemas económicos del país. Se tiene que modernizar la industria; ya se están privatizando los cines, se van a liberar los precios, se están preparando nuevas leyes, y todo esto va encaminado a que la industria cinematográfica deje de ser sexenal y participen en ella nuevos empresarios. Yo tengo mucha fe en que van a venir cambios en los próximos años” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 68).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Requeriría de una ley cinematográfica que asegure la actividad de los productores independientes y que prohíba al Estado producir cine, porque, por un lado malacostumbra a directores consentidos que están subsidiados, y por otra parte, crea una competencia desleal a los productores y directores independientes. Hace falta una ley que cree una industria pujante que produzca películas buenas y malas como en todos los países del mundo. Se necesitan leyes enfocadas a apoyar la producción independiente y estimular a las buenas películas mandándolas a festivales. No hay que tener miedo a la libre competencia con el extranjero” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
Héctor Bonilla (Actor)
«Rojo amanecer»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Actualmente se están conjugando tres generaciones en las que hay directores que han trabajado con gran eficacia y con un oficio considerable, al igual que algunos actores que empezamos por los años setenta. Se incluyen en este proceso algunas personalidades de los ochenta como Alejandro Pelayo, José Luis García Agraz, grandes actores, guionistas, e incluso técnicos que en la realización de su labor se insertaron todos en un proceso de diálogo abierto que, desafortunadamente, nuestra generación en particular no tuvo porque fue totalmente aislada. Es evidente que el sistema ha tenido más ductibilidad en cuanto a temas delicados, como por ejemplo los referentes a cuestiones políticas. No quiere decir que dependamos del sistema, pero la gente de cine se está atreviendo más a expresarse y se ha roto un proceso de autocensura, lo que en teoría es excelente; la materia prima es espléndida, podemos pensar que tenemos un cine competitivo en el ámbito internacional” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“En el momento en que cualquiera se dedicara a producir, exhibir, distribuir indistintamente, podría lograrse que el producto gravitara por su calidad en una ley libre de oferta y demanda. Para mí esto es algo fundamental, la industria requiere liquidez, se necesita capital fresco. La recuperación de la distribución la deja en una enorme desventaja, ya que recibe 16 centavos de cada peso. Considero que debería variar el porcentaje de recuperación para crear incentivos de liquidez a través de la producción; es decir, que los productores tengan posibilidades de ganar dinero, si no, no habrá industria posible. Me pueden decir que desconozco el proceso de distribución nacional e internacional, pero eso no me quita la razón. Hay que rehacer todo el proceso, porque la industria no tiene liquidez” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Es necesario estructurar una ley congruente, no sé de quién sea la competencia, pero habría que definir los papeles de la distribución, de la producción y de la exhibición, en primer lugar. Que todo esto no quede en unas cuantas manos” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 66).
María Rojo (Actriz)
«De noche vienes, Esmeralda»
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“Pienso que con la gente nueva que se ha integrado al cine existe un panorama más esperanzador que en sexenios pasados” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Lo que requiere el cine mexicano actual es una política cultural lógica y aceptable, como la que está llevando a cabo la gente joven” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Desde luego, que cambien la idea de competir con el cine estadounidense, que no significa cine de calidad de ninguna manera. De todas las películas estadounidenses que la gente alquila en video, son muy pocas las que tienen una mínima calidad. Es muy importante también liberar el precio del boleto porque lo que realmente reditúa es la venta de palomitas, incluso el estacionamiento es más caro que la misma función. Se debe hacer una revisión total a las leyes, y sugiero también el apoyo del público. No debe estar peleado el negocio con el éxito y la calidad” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
José María Espinaza (Crítico)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“No se puede tener un optimismo ya consolidado porque es como decir que el optimista es un pesimista mal informado. El cine mexicano actual tiene un repunte, pero de ahí a llegar a tener un status cualitativo bueno o alto, falta mucho por hacer. Es un cine que está empezando, en cierta manera, de cero, o aún peor, arrastrando veinte años de ineficiencia y de tontería en la producción, con malos manejos administrativos, vulgarización en los temas; y de pronto las cosas empiezan a cambiar porque se han acumulado cuatro o cinco generaciones que no han podido hacer cine y empiezan a encontrar oportunidades. Esto es positivo” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Muchas cosas. Una sería el rompimiento de mafias, permitiendo la apertura de los sistemas de producción y de acopio de capital dedicado a las películas; permitir la llegada a las pantallas de películas mexicanas de todo tipo, acompañadas de una buena distribución y de un buen planteamiento publicitario. En cuanto a la dirección, tiene que correrse el riesgo, las propuestas innovadoras deben tener mayores facilidades. Uno de los problemas más grandes del cine mexicano es que los grupos crean un coto cerrado y ahí no entra nadie. Sigue ocurriendo que si tú logras que te acepten un guión, después tienes que conseguir financiamiento y puedes llegar a tener la película y no exhibirla nunca” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 69).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“El problema de la legislación es quizá uno de los más complicados y de los más secretos y oscuros para el espectador lego o para el crítico que no está directamente metido en esto. Primero hay que pensar en una legislación viable; actualmente existe una legislación que tiene cosas muy buenas que nadie cumple: una legislación que facilitara la exhibición de cine mexicano en pantalla sería muy importante si se llevara a cabo en la práctica. El papel rector del Estado en la producción de cine debe desaparecer porque ha provocado mafias, ineficiencia, fraude y entorpecimiento; todos los defectos han surgido de la incapacidad administrativa” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 70).
Nelson Carro (Crítico)
¿Cuál es su balance y opinión acerca del cine mexicano actual?
“El cine como expresión personal en los últimos tres años ha demostrado cierta salud, sobre todo en películas como «Danzón», «La tarea» o «Como agua para chocolate», que han tenido un gran éxito de taquilla. Por otro lado, tenemos «Cabeza de Vaca» e «Intimidades en un cuarto de baño» que han demostrado una excelente calidad” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere el cine nacional para consolidarse definitivamente como una industria de calidad?
“Fundamentalmente lo que se necesita es crear no una industria de calidad, porque industria y calidad no tienen ninguna relación. Se trata de crear una industria diferente a partir de otras condiciones: el cine como las otras industrias va a tener que ser autosuficiente y sano, y tendrá que dejar de estar subsidiado por el gobierno” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
¿Qué requiere legislativamente nuestro cine para llegar a niveles de calidad y mantenerlos?
“Las leyes y la calidad no tienen absolutamente nada que ver. Lo que tiene que ver con la industria no necesariamente significa que sea bueno. La mejor ley de cinematografía no va a provocar que las películas sean mejores. Con leyes o sin ellas, en la medida en que haya voluntad para hacer buen cine y buenos guiones, se podrá hacer” (López Aranda, Susana; “El cine mexicano actual”; Intermedios; Revista bimensual Nº 3; México, Agosto – Septiembre 1992; p. 72).
Aunadas a estas opiniones se encuentran los comentarios de diversas personalidades pertenecientes todas al Nuevo Cine Mexicano, ellas fueron abordadas durante la más reciente entrega de los premios “Ariel” (1999), la última del milenio, celebrada en el Palacio de Bellas Artes. A todas se les hizo la misma pregunta, ¿cuál es la situación actual del cine mexicano?; estas son sus respuestas.
Carlos Salces (Director)
«En el espejo del cielo»
En lo que se refiere a taquilla está muy bien; «Sexo, pudor y lágrimas» nos ha dado una lección de que el cine mexicano puede tener una buena respuesta.
Francisco Athié (Director)
«Fibra óptica»
Está sucediendo algo muy extraño: cada año se hacen menos películas, pero van mejorando en nivel y calidad; ojala y la producción aumente.
Blanca Guerra (Actriz)
«Un embrujo»
Por mucho que se ha reducido la producción hemos ganado en nivel de calidad y de diversidad de temas, propuestas y lenguajes.
Vanessa Bauche (Actriz)
«Un embrujo»
Está mejor que el año pasado y que el antepasado. Ha habido producciones independientes, experimentos en 16 m.m., en video. El chiste es la creatividad.
Bruno Bichir (Actor)
«El evangelio de las maravillas»
El panorama es oscuro, pero la calidad es muy buena. Nuestra industria nos da divisas, nos da identidad, nos abre al mundo.
Carlos Bolado (Director)
«Bajo California; el límite del tiempo»
Cada vez está mejor. Que bueno que competí ahora y no el año siguiente porque va a estar muy duro.
Jesús Ochoa (Actor)
«Entre Pancho Villa y una mujer desnuda»
Muy bien, muy esperanzador; vamos por cosas más grandes.
Damián Alcázar (Actor)
«Bajo California; el límite del tiempo»
Muy bien en cuanto a producción; me gustó «Sexo, pudor y lágrimas», aunque me parece un poco ligera. Ojalá y se hiciera más cine.
Roberto Sosa (Actor)
«Lolo»
Bien, hay películas muy padres; uno siempre tiene la idea de que no hay películas suficientes, pero esta vez hay mucha calidad y, sobre todo, hay más acercamiento con el público.
Mariana Ávila (Actriz)
«La primera noche»
Pues lo veo poniéndose de pie.
Ana Claudia Talancón (Actriz)
«El cometa»
Mucho mejor que los años anteriores, siento que está adquiriendo un gran impulso.
Luís Carlos Carrera (Director)
«Un embrujo»
Mejor que el año pasado, y ojala el próximo esté mejor.
Estamos recuperando un cine mexicano de calidad, las producciones recientes que conforman el llamado Nuevo Cine Mexicano así lo demuestran; la obtención de premios y reconocimientos en el ámbito internacional demuestra que los niveles de calidad, tanto en la producción como en el tratamiento de temas son mejores, sin embargo aún queda mucho camino por recorrer.
Según la opinión de algunos protagonistas de nuestro cine aún existen serios problemas que tienen que ser resueltos, entre ellos:
1. Que exista una mayor apertura temática, pluralidad y continuidad en el trabajo de los cineastas.
2. La supresión de la censura gubernamental por coartar la libertad de expresión.
3. Que los porcentajes de taquilla sean incrementados para el productor.
4. Que se proceda en el sentido de una ley audiovisual en nuestro país.
5. Que se liberen los precios en taquilla.
6. Que se prohíba la participación del Estado como organismo productor para acabar con las mafias y el paternalismo.
7. Que la industria cinematográfica nacional deje de ser “sexenal”.
8. Que exista un cambio en el porcentaje de recuperación para crear incentivos de liquidez a través de la producción.
Si bien hay razones más que fundamentadas para acercarse con optimismo al cine que se hace en México por estos días, la invitación al júbilo debe ser moderada en tanto que los viejos errores, la burocracia y la influencia del Estado en la producción persistan. La cautela nunca está de más ante las evidencias que indican carencia de políticas claras e indefiniciones en torno al fenómeno.
Es obvio que el cine mexicano actual también tiene defectos, fallas y debilidades, no todo puede solucionarse con una varita mágica de un día para otro; son muchos los errores cometidos en el pasado a los que hay que darles una pronta solución, entre ellos puedo mencionar:
1. El desconocimiento de la ley de cinematografía; varias de las personalidades entrevistadas así lo
manifestaron.
2. La rígida censura gubernamental; basta recordar los casos de «La sombra del caudillo», «Rosa Blanca» y «El grito».
3. El pésimo proceso de distribución y exhibición para el cine nacional.
4. La capacidad instalada para la producción es nula, no existe una infraestructura adecuada.
Sobre este punto en particular hay que reconocer la gran creatividad de los cineastas del país, quienes con los recursos materiales mínimos son capaces de producir obras como «Rojo amanecer» (todo transcurre en el interior de un departamento) o «La tarea» (donde el espectador se ubica durante toda la trama en el interior de un departamento, y en forma específica en la sala), por mencionar algunas.
5. Las mafias sindicales (S.T.P.C. y S.T.I.C.) y la corrupción existente.
Algo que resultó ser un común denominador en las opiniones de los personajes entrevistados -aparte del desconocimiento de las leyes que rigen la industria cinematográfica- es pedir que se prohíba la participación directa del gobierno como organismo productor para así poder acabar con las mafias y el paternalismo.
Aunque parcialmente estoy de acuerdo y coincido en este punto con los entrevistados, pienso que la solución a este problema no está bien enfocada: cortar de raíz la relación existente con el gobierno en materia de producción no beneficiaría a nadie, al contrario, se perderían subsidios para la realización de cine y el apoyo de organismos como el Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica (F.F.C.C.) y el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), dependientes del gobierno.
La solución más viable a esta situación es cambiar las reglas del juego y establecer una nueva relación entre el gobierno y los organismos productores; lo mejor sería olvidar los errores del pasado y comenzar una relación de socios comerciales, a fin de cuentas tanto el gobierno como las compañías productoras tienen una misma meta: el bienestar de México.
Al establecerse esta nueva relación, automáticamente se solucionaría otra cuestión que aqueja a nuestro cine: dejaría de ser una industria sexenal y se tendría una continuidad en el trabajo de los cineastas.
Un punto de vital importancia es que se proceda en el sentido de una ley audiovisual en nuestro país, puesto que en la actualidad resulta arcaico y absurdo que se legisle para cada medio en particular; el cine y la televisión se producen en forma simultánea en todos los países del mundo, ¿no resultaría más sencillo englobarlos en una sola ley?
Y sobre la situación de la distribución y exhibición de nuestras películas cabe mencionar que la situación ha cambiado en los últimos años, y en forma benéfica para nuestra cinematografía.
“El 18 de julio de 1993 el Estado remató un paquete de medios cuya venta total sumó 645 millones de dólares (205 millones más de lo esperado), en el que se incluía a COTSA (Compañía Operadora de Teatros, S.A.), a la que siempre se tuvo en deterioro (butacas, proyectores e instalaciones a merced del tiempo y las ratas). Así emprendió su retiro como tutor del cine, desalojando su última fortaleza: la exhibición. Pero el nuevo dueño, Ricardo Salinas Pliego, mostró más interés en la parte lucrativa del paquete: los canales 7 y 13.
En noviembre de 1993 la compañía estadounidense Cinemark anunció que construiría en México los llamados cineplex: complejos de hasta 10 o más salas; en febrero de 1994 se edificaban dos, en Aguascalientes y Monterrey. La empresa llegó con éxito al D.F. el 3 de mayo; el presidente Zedillo inauguró Cinemark en el Centro Nacional de las Artes asistiendo a la exhibición de «Dos crímenes» (Roberto Sneider, 1994). Menos de un año después, aparecieron otros Cinemark en Acapulco y en el D.F.” (García, Gustavo; Coria, José Felipe; Nuevo cine mexicano; Editorial Clío; México, 1997, p.p. 76 - 77)
“En mayo de 1995, inversionistas mexicanos encabezados por Miguel Ángel Dávila se asociaron con el banco J.P. Morgan. El 2 de agosto inauguraron el primero de sus complejos Cinemex en Altavista. Cinemex tomó la iniciativa abriendo el 26 de octubre Cinemex Santa Fe, y el 17 de enero de 1996 el Manacar. Su expansión continuó a ritmo constante a lo largo de todo el territorio nacional. Otra compañía con sede en Estados Unidos, United Artist, inauguró una serie similar de cines en Polanco, con la promesa de expandirse igual que sus competidores: cien pantallas por año. Por su parte, la Organización Ramírez, la cadena más amplia en Latinoamérica (con más de quinientas pantallas en operación), creó su propio concepto: Cinépolis” (García, Gustavo; Coria, José Felipe; Nuevo cine mexicano; Editorial Clío; México, 1997, p. 77).
“El 18 de julio de 1993 el Estado remató un paquete de medios cuya venta total sumó 645 millones de dólares (205 millones más de lo esperado), en el que se incluía a COTSA (Compañía Operadora de Teatros, S.A.), a la que siempre se tuvo en deterioro (butacas, proyectores e instalaciones a merced del tiempo y las ratas). Así emprendió su retiro como tutor del cine, desalojando su última fortaleza: la exhibición. Pero el nuevo dueño, Ricardo Salinas Pliego, mostró más interés en la parte lucrativa del paquete: los canales 7 y 13.
En noviembre de 1993 la compañía estadounidense Cinemark anunció que construiría en México los llamados cineplex: complejos de hasta 10 o más salas; en febrero de 1994 se edificaban dos, en Aguascalientes y Monterrey. La empresa llegó con éxito al D.F. el 3 de mayo; el presidente Zedillo inauguró Cinemark en el Centro Nacional de las Artes asistiendo a la exhibición de «Dos crímenes» (Roberto Sneider, 1994). Menos de un año después, aparecieron otros Cinemark en Acapulco y en el D.F.” (García, Gustavo; Coria, José Felipe; Nuevo cine mexicano; Editorial Clío; México, 1997, p.p. 76 - 77)
“En mayo de 1995, inversionistas mexicanos encabezados por Miguel Ángel Dávila se asociaron con el banco J.P. Morgan. El 2 de agosto inauguraron el primero de sus complejos Cinemex en Altavista. Cinemex tomó la iniciativa abriendo el 26 de octubre Cinemex Santa Fe, y el 17 de enero de 1996 el Manacar. Su expansión continuó a ritmo constante a lo largo de todo el territorio nacional. Otra compañía con sede en Estados Unidos, United Artist, inauguró una serie similar de cines en Polanco, con la promesa de expandirse igual que sus competidores: cien pantallas por año. Por su parte, la Organización Ramírez, la cadena más amplia en Latinoamérica (con más de quinientas pantallas en operación), creó su propio concepto: Cinépolis” (García, Gustavo; Coria, José Felipe; Nuevo cine mexicano; Editorial Clío; México, 1997, p. 77).
En forma breve, ésta es la historia de Organización Ramírez: (Cine Premiere. Héctor Rodríguez, Claudia Aguilar, Gustavo Moheno, Felipe Soto, Federico Yañez. Revista mensual. Editorial Premiere, S.A. de C.V. Edición especial. Año 6. Enero 2000):
En 1947 Enrique Ramírez Miguel inaugura su primera sala cinematográfica, el Cine Morelos, en la ciudad de Morelia, Michoacán. En un principio éste cine era operado por Impulsora de Cines Independientes, empresa que se vendería más tarde. Enrique Ramírez Miguel se une al empresario Gabriel Alarcón, y juntos fundan Cinematografía Cadena de Oro; así se crean los cines del famoso Circuito de Oro.
Las primeras tres salas del circuito se establecen en Salamanca, Acámbaro y Guanajuato en 1970. Enrique Ramírez Villalón se encarga de su construcción.
En 1971, durante la presidencia de Luis Echeverría, el gobierno nacionaliza la exhibición cinematográfica y Alarcón adquiere las acciones de su socio, Ramírez Miguel, que correspondían al 50 % de la empresa y renta a Compañía Operadora de Teatros las salas del Circuito de Oro.
En este mismo año, Enrique Ramírez Miguel y sus hijos fundan Organización Ramírez, empresa que inaugura el legendario Cine La Raza, el 12 de octubre de ese mismo año. La primera película que se exhibe fue la polémica «Un hombre llamado caballo»; la sala contaba con 1,418 butacas y las grandes películas que llegaban se estrenaban en este cine. A partir de la inauguración del Cine La Raza, Organización Ramírez tuvo un crecimiento acelerado hasta convertirse en la cadena más importante de América Latina.
Organización Ramírez Cinemas fue la primera compañía exhibidora que introdujo a México las famosas salas dúplex, que bautizó como Cinemas Gemelos, en el año de 1973.
El 28 de noviembre de 1972 se inaugura Cinema Guaymas, con el estreno de la cinta «Tora, Tora, Tora». Los primeros Cinemas Gemelos en México se construyen en Tampico y Tijuana, ambos en 1973. Al inaugurarse el Cine Gemelos Tampico cada sala contaba con 950 butacas, haciéndolo uno de los cines más grandes de México.
Desde 1973 y durante los siguientes 15 años, se multiplican los Cinemas Gemelos y Multicinemas en toda la República Mexicana. Aparecen en Morelia, Ciudad Juárez, Guadalajara, León, Irapuato, Querétaro, Puebla, Monterrey y la Ciudad de México (Toreo y Mixcoac). En 1974, Organización Ramírez inaugura el primer Multicinemas en Plaza Universidad. Posteriormente también se inauguran los Multicinemas Plaza Satélite.
El 17 de noviembre de 1977 se abre en San Luis Potosí el Cinema Ciudad Valles; la sala tenía más de 1000 butacas y se inauguró con el estreno de «La guerra de las galaxias». En la década de los ochenta, cuando se predijo la desaparición de las salas debido al auge del video, Organización Ramírez se expande en México y Latinoamérica; de 1980 a 1989, Organización Ramírez abre y empieza a operar 21 Multicinemas, 20 Cines Gemelos y dos Cinemas: Hollywood y Cinema 100. El célebre Cine Hollywood se inaugura el 15 de marzo de 1980.
En 1990, Organización Ramírez remodela el Cine Apolo y lo convierte en la primera sala cinematográfica con sonido tipo “surround” en México.
Cinemas La Raza, primer cine a cargo de la Organización Ramírez, se convierte en Multicinemas con tres salas en 1991. En este mismo año aparecen los Multicinemas Las Américas Toluca y Multicinemas Interlomas.
Gemelos Tampico se remodela y se convierte en Multicinemas en 1993, con 7 salas. En abril de 1994 se construye el primer Cinépolis de México, un múltiplex con 10 salas en la ciudad de Tijuana. A partir de la aparición de Cinépolis Carrusel Tijuana, Organización Ramírez se concentra en el desarrollo y construcción de multiplexes y megaplexes.
El 14 de junio de 1994, los Multicinemas Plaza Satélite pasan de cuatro a seis salas y el 18 de agosto del mismo año, el Cinema Churubusco se convierte en Multicinemas con cuatro salas. A mediados de este mismo año, el Sonido Digital DTS se instala en varias salas del D.F., el Cinema Apolo, Gemelos Villacoapa, Multicinemas Interlomas, Bucareli, Tepeyac, Satélite y Plaza Universidad, y en diferentes ciudades de la República Mexicana: Morelia, Guadalajara, Mérida, Monterrey, Puebla, Hermosillo y Aguascalientes.
Organización Ramírez es pionera en introducir a México las salas tipo estadio y en la aplicación de nuevas tecnologías en la exhibición cinematográfica. Las dos primeras salas de esta clase se inauguran en 1996, en Querétaro y Culiacán. El concepto de las salas tipo estadio ofrece al espectador una visibilidad óptima desde cualquier butaca.
En la década de los 70 se utilizaban proyectores de lámpara de carbón y el sonido era Dolby. Organización Ramírez utiliza actualmente equipos de proyección Christie y equipos de sonido Dolby Stereo, Dolby Digital, DTS y KCS con amplificadores QSC audio. El Sonido Dolby Digital – Surround EX añade un tercer canal de sonido ambiente al sonido digital: las bocinas al fondo del cine reproducen un canal central del sonido ambiente, mientras que el ambiente izquierdo y derecho se reproducen por las bocinas laterales. Esto permite giros panorámicos de 360 grados.
Mediante la tecnología THX es posible ofrecer imagen y sonido de óptima calidad. Para obtener la certificación THX es necesario cumplir los requisitos que establece el Programa de Alineamiento de Teatros (TAP).
El TAP, creado por George Lucas y Lucasfilm Ltd, incluye la inspección (previa a la distribución) de las películas de 35 m.m. y 70 m.m., el alineamiento técnico del equipo de proyección y sonido en las salas de cine y su evaluación durante y después de exhibiciones públicas.
Las salas THX se diseñan y construyen de acuerdo a lineamientos estrictos para satisfacer las normas sobre presentación de películas de calidad. Todos los años, técnicos de THX verifican que se cumplen dichas especificaciones. La placa de THX se coloca afuera de la sala para informar al espectador que la sala está certificada. Cinépolis es la única empresa en México que cuenta con dicha certificación en un total de 25 salas.
En 1997, los cines Hollywood y Diana se convierten en Cinépolis. El 19 de diciembre de 1997 se inaugura Cinépolis Plaza Morelia, cortando el listón los señores Enrique Ramírez Magaña, Marco Ramírez Villalón, Salvador Galván Infante y Eduardo Florentino Ramírez Villalón. Meses después, a inicios de 1998, Organización Ramírez coproduce la cinta «El Cometa», protagonizada por Diego Luna, Ana Claudia Talancón, Gabriel Retes y Manuel Ojeda. Al año siguiente la distribuye y exhibe en sus salas con una excelente respuesta del público.
El 19 de diciembre de 1998 se devela la placa que convierte la Avenida del Campestre, en la ciudad de Morelia, en Avenida Lic. Enrique Ramírez Miguel, así como la estatua de José Luis Retana que representa la filosofía de Ramírez Miguel: “La vida es como andar en bicicleta, siempre hacia delante y guardando el equilibrio”.
Las Macro pantallas de Organización Ramírez se introducen por primera vez en México en el año de 1998. En la década de los 90, la empresa inaugura y remodela cinco Cinemas, ocho Cinemas Gemelos, 32 Multicinemas, 28 Cinépolis y su primer Cinépolis VIP, el 9 de diciembre de 1999 con el nombre de Cinépolis VIP Interlomas, haciendo el corte del listón los señores Steven O’Dell y Philip Alexander, de las cadenas United International Pictures (UIP) y Buena Vista / Columbia, respectivamente.
Además de Cinépolis Interlomas, los Cinépolis Río y Cinépolis San Agustín en Monterrey, cuentan también con salas VIP. Estas salas cuentan con butacas de piel tipo reposet y mesa de servicio para comer o cenar durante la función.
En Cinépolis VIP se ofrece el servicio de bar, barra de sushi, cafetería gourmet, guardarropa y dulcería. Antes de que se inauguraran en México, las salas VIP solamente existían en Nueva York, Chicago y Toronto. Son un concepto enfocado a satisfacer todas las necesidades de esparcimiento del cliente. Cinépolis VIP Interlomas, así
como los tapatíos Plaza Pabellón y Galerías ofrecen servicios de bar con bebidas nacionales e internacionales desde la primera función.
En marzo de 1999, Enrique Ramírez Villalón, presidente y director general de Organización Ramírez, recibe dos reconocimientos internacionales en la Convención de la Industria de la Exhibición Cinematográfica ShoWest, en las Vegas, Nevada: el premio al Exhibidor Internacional del Año, otorgado por la National Association of Theatre Owners, por la creación innovadora de complejos cinematográficos (es la primera vez que un latinoamericano recibe dicho premio) y el reconocimiento por parte del presidente de Buena Vista Internacional, Mark Zoradi, por su trayectoria en el desarrollo de la exhibición cinematográfica en México.
El Cinépolis Centro Magno de Guadalajara, inaugurado en marzo de 1999, es uno de los conjuntos más grandes de México y Latinoamérica. Cuenta con 19 salas, sonido 100% digital y certificación THX en algunas de sus salas. En 1999, Organización Ramírez Cinemas introduce a México la primera Omnipantalla; en estas pantallas se exhiben mediometrajes en 70 m.m. con la más alta tecnología en proyección y sonido: es una pantalla curva que mide 260 metros cuadrados.
Los cines de Organización Ramírez están presentes en 24 estados y 50 ciudades de la República Mexicana y Guatemala. Organización Ramírez tiene cines a todo lo largo y ancho de la República Mexicana, desde Monterrey, Ciudad Juárez, saltillo y Durando hasta Veracruz, Acapulco y Cancún, San Miguel Allende, Querétaro y el D.F., entre otras muchas ciudades.
Organización Ramírez Cinemas es la empresa con mayor participación del mercado de la industria de exhibición en México y Latinoamérica. Con sus cuatro marcas comerciales – Gemelos, Multicinemas, Cinépolis y Cinépolis VIP – Organización Ramírez tiene una participación de 38% en el mercado nacional de exhibición cinematográfica. Entre los próximos planes de la empresa sobresale su expansión a países como Venezuela, Panamá, Costa Rica y España.
El 26 de abril de 2001, la empresa inaugura Cinépolis Cozumel y con ello estrena su primer conjunto de cines en una isla.
Organización Ramírez crea también el concepto de Cinecafé, con una extensa variedad de cafés fríos y calientes, así como productos de repostería y crepería francesa.
De las salas del grupo 90% están consideradas dentro de la categoría de Salas Plus, con equipos de sonido Dolby Stereo y Digital, además de certificación THX, pantallas flotantes, butacas amplias, lobby, salas tipo estadio y dulcería, entre otros servicios. Todos los Cinépolis cuentan con taquillas automatizadas que agilizan la entrada al cine. Estos pioneros de la exhibición cinematográfica crean también el sistema de Cineticket, que permite comprar o reservar boletos por teléfono hasta con una semana de anticipación y con cargo a la tarjeta de crédito. Bajo el programa “Vamos todos al cine”, la empresa realiza funciones periódicas y totalmente gratuitas para niños discapacitados o de escasos recursos.
Aunado a esto, con la idea de recompensar la lealtad del espectador, Organización Ramírez crea “Cinéfilo Frecuente”, en donde el cliente acumula puntos en su tarjeta personal y puede canjearlos por entradas gratis, refrescos o palomitas, entre otros productos.
El programa de capacitación de empleados se extiende tanto a los empleados del corporativo de Organización Ramírez como al de los cines. Hoy en día las oficinas corporativas de Organización Ramírez se ubican en Morelia y ocupan cuatro edificios.
En cifras, esto es el reflejo de una empresa orgullosamente mexicana:
• Cada año, más de 50 millones de personas visitan salas de Organización Ramírez en alguna de sus modalidades.
• Del total de espectadores que acuden a sus salas, 48% son hombres y 52% mujeres.
• Algunas producciones han logrado recaudar millones de dólares en las taquillas de Organización Ramírez a los pocos días de su estreno.
• En los cines de Organización Ramírez se exhiben películas de casas distribuidoras como Columbia Tristar Films, Buena Vista International, Warner Brothers Pictures, 20th. Century Fox, IMCINE, Videocine, Miramax Films y Televicine, entre otras.
• Conforme a datos de Organización Ramírez, 62% de los espectadores que acuden a sus salas lo hacen de dos a cuatro veces al mes.
• Los visitantes más frecuentes a las salas de Organización Ramírez tienen entre 20 y 30 años (43.9%), les siguen las personas de entre los 15 y 19 (20.7%). 50.5% de los espectadores acuden al cine en pareja, 16.3% en grupos de tres, 16% en grupos de cuatro a cinco personas y 14% van solos. Sólo un 2% acude en grupos de seis a nueve personas.
Los números y la historia no mienten, así como tampoco la calidad en todos los sentidos que ofrecen en sus salas.
Esto es, actualmente, Organización Ramírez:
Cinépolis introdujo en México el concepto de salas estadio, y además fue el primer proyectista mexicano en instalar macro pantallas de 22 metros de largo, y omnipantallas de 260 m² en sus salas.
Cinépolis cuenta con seis pantallas IMAX dentro de territorio mexicano, dos en el Distrito Federal (Perisur y Universidad); Guadalajara (Galerías Guadalajara), Monterrey (Galerías Valle Oriente); Plaza las Américas en Veracruz, una en Galerías Metepec y en el centro comercial "Las Misiones" en Ciudad Juárez Chihuahua. Estas salas además de presentar películas IMAX tradicionales (documentales), también proyectan películas con la última tecnología IMAX 3D e IMAX DMR.
Como difusor cultural, Cinépolis es promotor del Festival Internacional de Cine de Morelia el cual se realiza cada año en esta ciudad, tanto en los complejos de la cadena como otros espacios públicos de la urbe.
Ha sido sede del Festival de cine documental Ambulante, organizado en parte por Canana Films
Unidades de negocios:
Multicinemas y Cinemas Gemelos
Cines de dos a cinco salas, fue la cadena con la cual Organización Ramírez empezó a ser conocida a nivel nacional, con la introducción de Cinépolis estos formatos ya no han tenido nuevas aperturas, algunos de estos complejos han sido cerrados o bien transformados a Cinépolis.
Xtreme Cinemas
Fruto de la compra de la empresa chiapaneca Xtreme Cinemas S.A. de R.L., es considerado el relanzamiento de las marcas "Multicinemas y Cinemas Gemelos". Estos complejos se localizan en las salas que anteriormente ocupaban estas cadenas, los complejos han sido completamente remodelados dando mayor comodidad a los clientes, están dirigidos a un segmento de mercado C o D ya que los precios son más económicos que en su cadena hermana Cinépolis.
Cinépolis
Complejos cinematográficos múltiplex, de cinco a veinte salas; estos cuentan con butacas reclinables, dulcería, servicio de cafetería y comida rápida. Cinépolis cuenta con el complejo de salas más grande de América Latina localizado en el centro comercial Galerías Guadalajara (en Zapopan Jalisco) que cuenta con 21 salas; otros complejos de grandes dimensiones son los de Perisur (en México, D.F.) , Galerías Monterrey (en Monterrey Nuevo León) , en Galerías Cuernavaca (en Cuernavaca Morelos) y en Plaza Rió Tijuana Baja California.
Cinépolis VIP
Cinépolis también cuenta con salas VIP son actualmente 43 complejos, son más cómodas que las salas normales, equipadas con reposets y lobbys exclusivos, al igual que meseros en las salas. El concepto VIP cuenta actualmente con 74 salas, en Guadalajara, Monterrey, Torreón, Reynosa, Tijuana, Chihuahua, Veracruz, Cuernavaca, Ciudad Juárez, Culiacán, Acapulco, Villahermosa, Cancún, Metepec, la Ciudad de México, Aguascalientes, Morelia, Mérida, Puebla, Saltillo, Hermosillo, Guatemala, Panamá y San José.
Cinépolis IMAX
Cinépolis que cuenta con varias mega pantallas IMAX. Actualmente se ubican en Perisur (Distrito Federal), Universidad (Distrito Federal), Las Américas (Veracruz), Galerías (Guadalajara), Galerías Valle Oriente (Monterrey), Metepec (Metepec), y las Misiones (Cd. Juárez)
Cinema Park
El concepto Cinema Park, es el primer cine en América Latina con concepto de cine entretenimiento; está basado en crear un tour temático de 6 salas que permite aportar una nueva visión sobre un determinado tema, es decir, lo proyectado y experimentado en cada una de las salas comparten un contenido central en común. Estas salas son movimiento, música, motivación, interactiva y 3D.
Actualmente sólo existe un Cinema Park y está ubicado en la ciudad de México (Perisur).
En 1947 Enrique Ramírez Miguel inaugura su primera sala cinematográfica, el Cine Morelos, en la ciudad de Morelia, Michoacán. En un principio éste cine era operado por Impulsora de Cines Independientes, empresa que se vendería más tarde. Enrique Ramírez Miguel se une al empresario Gabriel Alarcón, y juntos fundan Cinematografía Cadena de Oro; así se crean los cines del famoso Circuito de Oro.
Las primeras tres salas del circuito se establecen en Salamanca, Acámbaro y Guanajuato en 1970. Enrique Ramírez Villalón se encarga de su construcción.
En 1971, durante la presidencia de Luis Echeverría, el gobierno nacionaliza la exhibición cinematográfica y Alarcón adquiere las acciones de su socio, Ramírez Miguel, que correspondían al 50 % de la empresa y renta a Compañía Operadora de Teatros las salas del Circuito de Oro.
En este mismo año, Enrique Ramírez Miguel y sus hijos fundan Organización Ramírez, empresa que inaugura el legendario Cine La Raza, el 12 de octubre de ese mismo año. La primera película que se exhibe fue la polémica «Un hombre llamado caballo»; la sala contaba con 1,418 butacas y las grandes películas que llegaban se estrenaban en este cine. A partir de la inauguración del Cine La Raza, Organización Ramírez tuvo un crecimiento acelerado hasta convertirse en la cadena más importante de América Latina.
Organización Ramírez Cinemas fue la primera compañía exhibidora que introdujo a México las famosas salas dúplex, que bautizó como Cinemas Gemelos, en el año de 1973.
El 28 de noviembre de 1972 se inaugura Cinema Guaymas, con el estreno de la cinta «Tora, Tora, Tora». Los primeros Cinemas Gemelos en México se construyen en Tampico y Tijuana, ambos en 1973. Al inaugurarse el Cine Gemelos Tampico cada sala contaba con 950 butacas, haciéndolo uno de los cines más grandes de México.
Desde 1973 y durante los siguientes 15 años, se multiplican los Cinemas Gemelos y Multicinemas en toda la República Mexicana. Aparecen en Morelia, Ciudad Juárez, Guadalajara, León, Irapuato, Querétaro, Puebla, Monterrey y la Ciudad de México (Toreo y Mixcoac). En 1974, Organización Ramírez inaugura el primer Multicinemas en Plaza Universidad. Posteriormente también se inauguran los Multicinemas Plaza Satélite.
El 17 de noviembre de 1977 se abre en San Luis Potosí el Cinema Ciudad Valles; la sala tenía más de 1000 butacas y se inauguró con el estreno de «La guerra de las galaxias». En la década de los ochenta, cuando se predijo la desaparición de las salas debido al auge del video, Organización Ramírez se expande en México y Latinoamérica; de 1980 a 1989, Organización Ramírez abre y empieza a operar 21 Multicinemas, 20 Cines Gemelos y dos Cinemas: Hollywood y Cinema 100. El célebre Cine Hollywood se inaugura el 15 de marzo de 1980.
En 1990, Organización Ramírez remodela el Cine Apolo y lo convierte en la primera sala cinematográfica con sonido tipo “surround” en México.
Cinemas La Raza, primer cine a cargo de la Organización Ramírez, se convierte en Multicinemas con tres salas en 1991. En este mismo año aparecen los Multicinemas Las Américas Toluca y Multicinemas Interlomas.
Gemelos Tampico se remodela y se convierte en Multicinemas en 1993, con 7 salas. En abril de 1994 se construye el primer Cinépolis de México, un múltiplex con 10 salas en la ciudad de Tijuana. A partir de la aparición de Cinépolis Carrusel Tijuana, Organización Ramírez se concentra en el desarrollo y construcción de multiplexes y megaplexes.
El 14 de junio de 1994, los Multicinemas Plaza Satélite pasan de cuatro a seis salas y el 18 de agosto del mismo año, el Cinema Churubusco se convierte en Multicinemas con cuatro salas. A mediados de este mismo año, el Sonido Digital DTS se instala en varias salas del D.F., el Cinema Apolo, Gemelos Villacoapa, Multicinemas Interlomas, Bucareli, Tepeyac, Satélite y Plaza Universidad, y en diferentes ciudades de la República Mexicana: Morelia, Guadalajara, Mérida, Monterrey, Puebla, Hermosillo y Aguascalientes.
Organización Ramírez es pionera en introducir a México las salas tipo estadio y en la aplicación de nuevas tecnologías en la exhibición cinematográfica. Las dos primeras salas de esta clase se inauguran en 1996, en Querétaro y Culiacán. El concepto de las salas tipo estadio ofrece al espectador una visibilidad óptima desde cualquier butaca.
En la década de los 70 se utilizaban proyectores de lámpara de carbón y el sonido era Dolby. Organización Ramírez utiliza actualmente equipos de proyección Christie y equipos de sonido Dolby Stereo, Dolby Digital, DTS y KCS con amplificadores QSC audio. El Sonido Dolby Digital – Surround EX añade un tercer canal de sonido ambiente al sonido digital: las bocinas al fondo del cine reproducen un canal central del sonido ambiente, mientras que el ambiente izquierdo y derecho se reproducen por las bocinas laterales. Esto permite giros panorámicos de 360 grados.
Mediante la tecnología THX es posible ofrecer imagen y sonido de óptima calidad. Para obtener la certificación THX es necesario cumplir los requisitos que establece el Programa de Alineamiento de Teatros (TAP).
El TAP, creado por George Lucas y Lucasfilm Ltd, incluye la inspección (previa a la distribución) de las películas de 35 m.m. y 70 m.m., el alineamiento técnico del equipo de proyección y sonido en las salas de cine y su evaluación durante y después de exhibiciones públicas.
Las salas THX se diseñan y construyen de acuerdo a lineamientos estrictos para satisfacer las normas sobre presentación de películas de calidad. Todos los años, técnicos de THX verifican que se cumplen dichas especificaciones. La placa de THX se coloca afuera de la sala para informar al espectador que la sala está certificada. Cinépolis es la única empresa en México que cuenta con dicha certificación en un total de 25 salas.
En 1997, los cines Hollywood y Diana se convierten en Cinépolis. El 19 de diciembre de 1997 se inaugura Cinépolis Plaza Morelia, cortando el listón los señores Enrique Ramírez Magaña, Marco Ramírez Villalón, Salvador Galván Infante y Eduardo Florentino Ramírez Villalón. Meses después, a inicios de 1998, Organización Ramírez coproduce la cinta «El Cometa», protagonizada por Diego Luna, Ana Claudia Talancón, Gabriel Retes y Manuel Ojeda. Al año siguiente la distribuye y exhibe en sus salas con una excelente respuesta del público.
El 19 de diciembre de 1998 se devela la placa que convierte la Avenida del Campestre, en la ciudad de Morelia, en Avenida Lic. Enrique Ramírez Miguel, así como la estatua de José Luis Retana que representa la filosofía de Ramírez Miguel: “La vida es como andar en bicicleta, siempre hacia delante y guardando el equilibrio”.
Las Macro pantallas de Organización Ramírez se introducen por primera vez en México en el año de 1998. En la década de los 90, la empresa inaugura y remodela cinco Cinemas, ocho Cinemas Gemelos, 32 Multicinemas, 28 Cinépolis y su primer Cinépolis VIP, el 9 de diciembre de 1999 con el nombre de Cinépolis VIP Interlomas, haciendo el corte del listón los señores Steven O’Dell y Philip Alexander, de las cadenas United International Pictures (UIP) y Buena Vista / Columbia, respectivamente.
Además de Cinépolis Interlomas, los Cinépolis Río y Cinépolis San Agustín en Monterrey, cuentan también con salas VIP. Estas salas cuentan con butacas de piel tipo reposet y mesa de servicio para comer o cenar durante la función.
En Cinépolis VIP se ofrece el servicio de bar, barra de sushi, cafetería gourmet, guardarropa y dulcería. Antes de que se inauguraran en México, las salas VIP solamente existían en Nueva York, Chicago y Toronto. Son un concepto enfocado a satisfacer todas las necesidades de esparcimiento del cliente. Cinépolis VIP Interlomas, así
como los tapatíos Plaza Pabellón y Galerías ofrecen servicios de bar con bebidas nacionales e internacionales desde la primera función.
En marzo de 1999, Enrique Ramírez Villalón, presidente y director general de Organización Ramírez, recibe dos reconocimientos internacionales en la Convención de la Industria de la Exhibición Cinematográfica ShoWest, en las Vegas, Nevada: el premio al Exhibidor Internacional del Año, otorgado por la National Association of Theatre Owners, por la creación innovadora de complejos cinematográficos (es la primera vez que un latinoamericano recibe dicho premio) y el reconocimiento por parte del presidente de Buena Vista Internacional, Mark Zoradi, por su trayectoria en el desarrollo de la exhibición cinematográfica en México.
El Cinépolis Centro Magno de Guadalajara, inaugurado en marzo de 1999, es uno de los conjuntos más grandes de México y Latinoamérica. Cuenta con 19 salas, sonido 100% digital y certificación THX en algunas de sus salas. En 1999, Organización Ramírez Cinemas introduce a México la primera Omnipantalla; en estas pantallas se exhiben mediometrajes en 70 m.m. con la más alta tecnología en proyección y sonido: es una pantalla curva que mide 260 metros cuadrados.
Los cines de Organización Ramírez están presentes en 24 estados y 50 ciudades de la República Mexicana y Guatemala. Organización Ramírez tiene cines a todo lo largo y ancho de la República Mexicana, desde Monterrey, Ciudad Juárez, saltillo y Durando hasta Veracruz, Acapulco y Cancún, San Miguel Allende, Querétaro y el D.F., entre otras muchas ciudades.
Organización Ramírez Cinemas es la empresa con mayor participación del mercado de la industria de exhibición en México y Latinoamérica. Con sus cuatro marcas comerciales – Gemelos, Multicinemas, Cinépolis y Cinépolis VIP – Organización Ramírez tiene una participación de 38% en el mercado nacional de exhibición cinematográfica. Entre los próximos planes de la empresa sobresale su expansión a países como Venezuela, Panamá, Costa Rica y España.
El 26 de abril de 2001, la empresa inaugura Cinépolis Cozumel y con ello estrena su primer conjunto de cines en una isla.
Organización Ramírez crea también el concepto de Cinecafé, con una extensa variedad de cafés fríos y calientes, así como productos de repostería y crepería francesa.
De las salas del grupo 90% están consideradas dentro de la categoría de Salas Plus, con equipos de sonido Dolby Stereo y Digital, además de certificación THX, pantallas flotantes, butacas amplias, lobby, salas tipo estadio y dulcería, entre otros servicios. Todos los Cinépolis cuentan con taquillas automatizadas que agilizan la entrada al cine. Estos pioneros de la exhibición cinematográfica crean también el sistema de Cineticket, que permite comprar o reservar boletos por teléfono hasta con una semana de anticipación y con cargo a la tarjeta de crédito. Bajo el programa “Vamos todos al cine”, la empresa realiza funciones periódicas y totalmente gratuitas para niños discapacitados o de escasos recursos.
Aunado a esto, con la idea de recompensar la lealtad del espectador, Organización Ramírez crea “Cinéfilo Frecuente”, en donde el cliente acumula puntos en su tarjeta personal y puede canjearlos por entradas gratis, refrescos o palomitas, entre otros productos.
El programa de capacitación de empleados se extiende tanto a los empleados del corporativo de Organización Ramírez como al de los cines. Hoy en día las oficinas corporativas de Organización Ramírez se ubican en Morelia y ocupan cuatro edificios.
En cifras, esto es el reflejo de una empresa orgullosamente mexicana:
• Cada año, más de 50 millones de personas visitan salas de Organización Ramírez en alguna de sus modalidades.
• Del total de espectadores que acuden a sus salas, 48% son hombres y 52% mujeres.
• Algunas producciones han logrado recaudar millones de dólares en las taquillas de Organización Ramírez a los pocos días de su estreno.
• En los cines de Organización Ramírez se exhiben películas de casas distribuidoras como Columbia Tristar Films, Buena Vista International, Warner Brothers Pictures, 20th. Century Fox, IMCINE, Videocine, Miramax Films y Televicine, entre otras.
• Conforme a datos de Organización Ramírez, 62% de los espectadores que acuden a sus salas lo hacen de dos a cuatro veces al mes.
• Los visitantes más frecuentes a las salas de Organización Ramírez tienen entre 20 y 30 años (43.9%), les siguen las personas de entre los 15 y 19 (20.7%). 50.5% de los espectadores acuden al cine en pareja, 16.3% en grupos de tres, 16% en grupos de cuatro a cinco personas y 14% van solos. Sólo un 2% acude en grupos de seis a nueve personas.
Los números y la historia no mienten, así como tampoco la calidad en todos los sentidos que ofrecen en sus salas.
Esto es, actualmente, Organización Ramírez:
Cinépolis introdujo en México el concepto de salas estadio, y además fue el primer proyectista mexicano en instalar macro pantallas de 22 metros de largo, y omnipantallas de 260 m² en sus salas.
Cinépolis cuenta con seis pantallas IMAX dentro de territorio mexicano, dos en el Distrito Federal (Perisur y Universidad); Guadalajara (Galerías Guadalajara), Monterrey (Galerías Valle Oriente); Plaza las Américas en Veracruz, una en Galerías Metepec y en el centro comercial "Las Misiones" en Ciudad Juárez Chihuahua. Estas salas además de presentar películas IMAX tradicionales (documentales), también proyectan películas con la última tecnología IMAX 3D e IMAX DMR.
Como difusor cultural, Cinépolis es promotor del Festival Internacional de Cine de Morelia el cual se realiza cada año en esta ciudad, tanto en los complejos de la cadena como otros espacios públicos de la urbe.
Ha sido sede del Festival de cine documental Ambulante, organizado en parte por Canana Films
Unidades de negocios:
Multicinemas y Cinemas Gemelos
Cines de dos a cinco salas, fue la cadena con la cual Organización Ramírez empezó a ser conocida a nivel nacional, con la introducción de Cinépolis estos formatos ya no han tenido nuevas aperturas, algunos de estos complejos han sido cerrados o bien transformados a Cinépolis.
Xtreme Cinemas
Fruto de la compra de la empresa chiapaneca Xtreme Cinemas S.A. de R.L., es considerado el relanzamiento de las marcas "Multicinemas y Cinemas Gemelos". Estos complejos se localizan en las salas que anteriormente ocupaban estas cadenas, los complejos han sido completamente remodelados dando mayor comodidad a los clientes, están dirigidos a un segmento de mercado C o D ya que los precios son más económicos que en su cadena hermana Cinépolis.
Cinépolis
Complejos cinematográficos múltiplex, de cinco a veinte salas; estos cuentan con butacas reclinables, dulcería, servicio de cafetería y comida rápida. Cinépolis cuenta con el complejo de salas más grande de América Latina localizado en el centro comercial Galerías Guadalajara (en Zapopan Jalisco) que cuenta con 21 salas; otros complejos de grandes dimensiones son los de Perisur (en México, D.F.) , Galerías Monterrey (en Monterrey Nuevo León) , en Galerías Cuernavaca (en Cuernavaca Morelos) y en Plaza Rió Tijuana Baja California.
Cinépolis VIP
Cinépolis también cuenta con salas VIP son actualmente 43 complejos, son más cómodas que las salas normales, equipadas con reposets y lobbys exclusivos, al igual que meseros en las salas. El concepto VIP cuenta actualmente con 74 salas, en Guadalajara, Monterrey, Torreón, Reynosa, Tijuana, Chihuahua, Veracruz, Cuernavaca, Ciudad Juárez, Culiacán, Acapulco, Villahermosa, Cancún, Metepec, la Ciudad de México, Aguascalientes, Morelia, Mérida, Puebla, Saltillo, Hermosillo, Guatemala, Panamá y San José.
Cinépolis IMAX
Cinépolis que cuenta con varias mega pantallas IMAX. Actualmente se ubican en Perisur (Distrito Federal), Universidad (Distrito Federal), Las Américas (Veracruz), Galerías (Guadalajara), Galerías Valle Oriente (Monterrey), Metepec (Metepec), y las Misiones (Cd. Juárez)
Cinema Park
El concepto Cinema Park, es el primer cine en América Latina con concepto de cine entretenimiento; está basado en crear un tour temático de 6 salas que permite aportar una nueva visión sobre un determinado tema, es decir, lo proyectado y experimentado en cada una de las salas comparten un contenido central en común. Estas salas son movimiento, música, motivación, interactiva y 3D.
Actualmente sólo existe un Cinema Park y está ubicado en la ciudad de México (Perisur).